martes, 15 de mayo de 2007

El bingo

Hay a quienes no nos gusta el riesgo, y hay otras personas que lo necesitan para vivir.
A mí me gusta que lo extraordiario mantenga su carácter de tal, porque creo que la vida se enriquece mucho más y guardas tu capacidad para sorprenderte de las cosas. Te mantienes más fresco, aprecias más los placeres y los momentos especiales.
No me gusta apostar en la vida, no le encuentro la gracia, y hay ocasiones en que se reciben invitaciones a jugar por un número que ya desde el inicio tienen la posibilidad más pequeña de salir. Como máximo alguna vez he acudido al bingo, que es lo menos arriesgado, volviendo con menos dinero del que salí de casa (es mentira eso que te dicen de "el no ya lo tienes" o, "no pierdes nada por intentarlo". Sí que pierdes. Pierdes el tiempo, las energías, la autoestima... vuelves con menos. Y ya me cansé. Voy a ahorrar, aunque a veces sea difícil y entren ganas de probar en una tirada. Sé que me alegraré a largo plazo.
Esta mañana me he levantado con ánimo de atacar al Procesal y de concentrarme mucho, y he empezado con buen pie, he hecho casi hora y media sin parar, que para mí es una maravilla. Pero quería escribir esta reflexión que hice anoche, justo antes de acostarme, con mi piti furtivo, mientras pensaba en que la noche anterior había soñado con uno de esos números de la ruleta a los que aposté una vez.

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