viernes, 9 de diciembre de 2011

Ya no habrá más 1 de enero


En once meses han fallecido mi abuelo y mi abuela materna, los que me quedaban. Este año no habrá uno de enero para mí, ni para nadie de la familia. No al menos en cuanto a cómo concebimos ese día.

En el velatorio de mi abuela, uno de mis primos escribió en una especie de libro de firmas una dedicatoria larguísima, que en realidad era como una carta, y ninguno de nosotros fuimos capaz de leerla de un tirón sin ahogarnos en lágrimas. Mi primo no tiene estudios de ninguna clase, es camionero, de aspecto rudo, catalán madridista y "raulista" acérrimo, de los de Marca diario, del que ninguno nos esperábamos tal arranque de delicadeza.

La especial belleza de esa carta era que resumía a la perfección cómo nos sentíamos todos, el carácter de mi abuela, lo que suponía ella para la unión de la familia, y los hitos más importantes que nos daban ese nexo intangible que hacen que la familia sea la comunidad primera y primordial de las personas. Leyéndola volví, como si del puro presente se tratara, a mi primera infancia y a los mejores veranos de mi vida.

Una de las cosas a las que hacía referencia esa carta era a los uno de enero, el día en el que nos reuníamos todos, el día sagrado. El día del intercambio de regalos, un día que año tras año era exactamente igual, calcado a todos los anteriores, hasta en el menú, los horarios y el orden de las cosas. Sin ninguna duda la tradición más importante para todos, y un día plenamente feliz. Incluso mi hermano, persona despegada y arisca donde las haya, dijo en una ocasión hace ya tiempo que era su momento favorito del año. Más que Reyes, más que su cumpleaños, el inicio de las vacaciones o que cualquier otro momento.

Ha sido siempre un día sencillo, de comer paella y embutidos, y tener piña de postre. Nada pretencioso ni elegante. En una salita, sobre un sofá, estaban colocados todos los regalos con los nombres puestos, y después del café y los pastelitos de Navidad, íbamos repartiéndolos todos. Nunca se sabía qué podía ser, no eran los típicos regalos. Eran detalles, porque somos muchos. Un libro, una bufanda, pañuelos, algunos pendientes. Hermanas y cuñadas recibían siempre exactamente lo mismo, en distintos colores, y los mismo nos pasaba a las primas. El regalo en cuestión daba igual, lo bueno era la parafernalia, el repartir paquete por paquete, abrirlo, comentarlo, admirarlo, dar las gracias, y a por el siguiente. Podíamos estar horas. Risas... mi abuelo: "¿Esto para qué sirve?... ". Algún año hicimos concursos de villancicos, cuando pudo venir mi tío de Palamós, que es un as a la guitarra. Era todo tremendamente sencillo y entrañable, e incluso ya siendo adolescentes los primos, cuando pasábamos el día resacosos perdidos sin haber dormido ni una hora tras una nochevieja de macrofiesta y garrafón, ni siquiera se nos pasaba por la cabeza quejarnos, es que ni nos dolía. Era el día de reencontrarnos, de contarnos las cosas, de abrazarnos una y otra vez por los pasillos mientras poníamos la mesa, porque durante el año nos teníamos muy lejos.

Ya no va a haber más unos de enero así. No sólo no vamos a experimentar más esa felicidad absolutamente pura por estar todos juntos y darnos cariño, sino que ese día se me aventura completamente insoportable por lo doloroso de haberles perdido tan rápido a los dos.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Qué cosas

La vida 2.0 tiene momentos extraños. Ayer, en los comentarios de un blog, me desearon suerte varias personas que no conozco. A quien esto no le afecta, le resultan palabras simplonas, pero yo, como sé que están dirigidas a mí, me resulta de una satisfacción difícil de explicar, y más leyendo mi nombre escrito por estas personas. Es raro... que una persona que no conozco de nada empatice personalmente conmigo, aunque sea a un nivel mínimo, y se tome unos segundos de su vida en escribir algo para que yo me sienta mejor y enviarme buenos deseos. Es raro y de un buen rollo alucinante.



Para colmo, la dueña del blog, a los cinco minutos de escribirle mi comentario en el blog, escribía en su twitter que "hay comentarios que emocionan y que alegran el día". Ahora me sigue en esa plataforma (no dejé mi dirección de blog cuando comenté en el suyo) y se me hace extrañísimo haber creado un vínculo con ella. Ha leído mi comentario, ha leído mi nombre, ha visto mi fotografía y ha decidido seguir lo que yo publique. A pesar de que esto hoy en día es tremendamente cotidiano, yo le sigo encontrando su magia.


A pesar de que recibe muchísimos twits, comentarios y mails, lo de que hay comentarios que emocionan y alegran el día sé que era por el que yo le había puesto, y me sentí enormemente orgullosa y contenta por haber alegrado a alguien. No sé. Esta vida virtual a veces es terriblemente vacía, pero en ocasiones como la de hoy provoca sentimientos buenos en muchas personas y en muchas direcciones que además, gracias por la facilidad de difusión que tiene este medio, se expanden a modo "efecto mariposa". Me encantan estas oleadas positivas!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Teorías y relatividad.

¿Por qué si mi frase favorita es que "Vida es nombre propio" siempre someto a examen la mía a través de compararla con la de los demás?

Por eso de que se presume de lo que se carece, seguramente. Es decir, que como sé que soy una borrega (remisión obligada al blog "Nunca digas nunca jamás"), me obligo a pensar diferente mediante el uso de frases que suenan bien.

El caso es que llevo bastante tiempo pensando en qué momento dejé de sentirme orgullosa conmigo misma, así en general. Y la verdad, no recuerdo el último momento en que eso sucedió... o puede que sí lo recuerde, pero me dé miedo reconocer que de eso hace mucho tiempo. La cuestión es que mi percepción de cómo es mi vida actual varía demasiado de un día a otro según a quién tenga cerca y según cómo le haya ido a esa persona... según su momento vital, o qué sé yo. Hay un sentimiento generalizado de que a los 30 años tienes que haber alcanzado ya tu máxima capacidad, y a partir de ahí sólo tienes que pulirte, como mucho... y hay quienes opinan que eso es una soberana tontería. Yo aún no lo tengo claro, pero lo que parece evidente es que las cosas han cambiado, y que ahora tenemos un poco más de cuartelillo para no parecer que se nos ha pasado el arroz profesional.

Ciertamente, los tiempos en la vida tienen su importancia, pero todo con moderación, ya que hay que ser flexibles, y yo estoy aún en proceso de aprender a serlo. Creo que he sido (y sigo siendo) demasiado dura conmigo misma, pero también a veces pienso que no es que sea dura, sino que no autoexigirme lo suficiente es ser una indolente. Como un entrenador personal que no te pone las pilas, una absoluta inutilidad.

Aún no tengo nada claro respecto a mí misma. En lo más profundo, ¿Sé acaso como soy? Estoy casi convencida de que la respuesta es que no, pero lo que realmente no sé es si eso sucede porque aún soy un ser cambiante o porque nunca me he descubierto de verdad.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Soy mis amigos



No quería dejar pasar el momento sin atrapar la reflexión que me ha venido a la cabeza:

Cuando veo algún capítulo de Sexo en Nueva York (que por otra parte, no es algo que pase muy a menudo, sólo que a veces, entre las escasas opciones que da la tele, me quedo con Divinity), me quedo un poco depre. Creo que es algo que no le pasa a mucha gente, ya que es una serie más bien optimista y superficial, por lo que en teoría no debería suceder. Lo que ocurre es que me da mucha envidia la protagonista, porque tiene un grupo compacto y sólido de amigas, que se conocen a la perfección, leales donde las haya y que pueden contar las unas con las otras en cualquier momento y para cualquier asunto.

Yo me considero (y creo que la gente que me conoce también lo cree) como una persona bastante sociable. No tengo problemas para entablar conversaciones, estrechar lazos con gente, e incluso diría, aunque suene pretencioso, que suelo caer bien. La pega es que tengo a los amigos completamente dispersos. En parte por haber dado muchos tumbos, tanto geográficos a la hora de estudiar como laboralmente hablando, pero el caso es que tengo a una amiga aquí, a un amigo allá... amigos sueltos de distintas épocas. No tengo ese grupo de referencia, ese que se llama "de toda la vida", ese grupo que, aunque añadas gente puntual con la que conectas, en realidad si hablas de "mis amigos" identificas perfectamente el núcleo central. No. A mí no me pasa eso, por lo que amigos así es mucho más difícil conservarlos y sentirlos unidos a mi día a día.

Qué se le va a hacer, las cosas hay que aceptarlas como vienen. Y me he dado cuenta de que precisamente el tener como amigos a ese batiburrillo de gente tan diferente es algo que me aporta mucho, y me he dado cuenta de que entre todos, cubren casi por completo mis diferentes... facetas.

Tengo a esa amiga que me supone una especie de "recarga de glamour", que cuando estoy con ella me apetece ser mucho más divina, vestir más elegante, ser más ordenada y hago cosas y conozco los sitios más de moda y más "in" del momento (que es como se habla en ese argot). Tengo las amigas divertidas pero responsables, las marchosas que se acuestan a las 6 y se levantan a las 7 para trabajar 10 horas, las que cantan a voz en grito canciones de Rafaella Carrá mientras por el rabillo del ojo vigilan no pasarse el límite de 120 km/h. La amiga con la que hablo de sexo sin vergüenza y que me quita el miedo pavoroso que tengo a la soledad, que me recuerda que de todo se sale, que la vida es corta pero ancha, y que una misma vale mucho. La amiga que me hace ver que vivir con una filosofía poco ambiciosa es quizá la mayor de las ambiciones y lo máximo que se puede alcanzar... porque es cierto que no es más rico quien más tiene sino quien menos necesita (no, esa frase no la inventó Ikea).

Estas cuatro son sólo ejemplos, pero concretamente a ellas cuatro las conocí en momentos y lugares muy diferentes, y no se conocen entre ellas, por lo que si me casara no podría hacer una despedida de soltera con "mi grupo de amigas" porque como tal no existe (sí, la oleada de bodas que se está cerniendo sobre mi cabeza también me ha hecho pensar en esto). Sin embargo, eso también me hace ver que si esto sucede es porque he vivido muchas cosas, y las he vivido tan intensamente que conservo muy buenas amigas de cada una de mis épocas, y que ninguno de los lugares donde he vivido, trabajado o estudiado ha pasado por mí sin dejar huella. Como decía un profesor: hay gente que pasa por la universidad pero la universidad no pasa por ellos. Pues puedo decir que a mí no me ha pasado eso. Y me siento muy orgullosa! A los amigos se les escoge y creo que todos ellos me aportan tanto que incluso diría que mi vida sería distinta a día de hoy si alguno de ellos me faltara.

Sólo era eso. Carrie, ahí te quedas.

martes, 14 de junio de 2011

Hoy tengo que confesar...



Que me he hecho adictivamente consumista. Yo nunca he servido para vivir en una comuna hippy, ni en una aldea del amazonas, pero últimamente ya voy por unos oscuros y peligrosos derroteros de manirrota que me dan algo de susto.


Mi adicción se centra fundamentalmente en ropa y maquillaje, aunque tampoco pienso demasiado lo que compro en el resto de cosas. Lo que ocurre es que con los potingues y la ropa ya he superado el límite de ser un poco freak. Lo peor de todo es que no me duele, ni me siento culpable, sino inmensamente feliz cuando me compro algo nuevo, y no logro entender cómo puede hacer tan feliz una sombra de ojos.


Porque lo que más felicidad me da no es el usar las cosas, sino el hecho de tenerlas, y el escogerlas. Nunca ir de compras había sido para mí un ritual tan importante como lo es ahora. Supongo que con el poco tiempo libre que tengo y el poco tiempo que me dedico, el sentir que hago un gasto en cosas superficiales simplemente porque me apetece me hace sentir que me cuido o que me presto la atención que merezco. Sin embargo, reconozco que hay más, hay mucho más, y desde luego, cosas más baratas que necesito y que no se consiguen con la tarjeta. Suena a discurso repetido, pero es totalmente verdad. Sin embargo con estas cosas me pasa como con la telebasura. Cuando llego de trabajar 14, 15 horas (no es una exageración), lo que me apetece es ver chorradas, y que me hagan pensar lo menos posible. Y cuando estoy de viaje varios días sola, sin nadie que me hable a no ser que sea de trabajo, necesito ser un poco "niña" y dedicar tiempo a hacer cosas superficiales -y bastante frívolas, la verdad-.


Pero qué me gusta a mí un Corte Inglés, un Sephora... y no digamos un Duty Free de un aeropuerto! Eso es el paraíso!! No sé si preocuparme o ser feliz mientras no tenga hipoteca que pagar.


* Foto cogida al azar en google, publicada en http://martamakeupstyle.blogspot

domingo, 12 de junio de 2011

La vecina cascarrabias



Estoy en un hotel en Bilbao, mañana tengo que conseguir cita con dos jueces y que me hagan caso (ambas cosas me parecen improbables). Lo peor es que no tengo billete de vuelta porque... no me dejan volver hasta que no se solucione el problema! Argghhh, como dirían los de la revista esa.


Voy a lo importante: he tenido la graaan suerte de tener un viaje de estudios en mi mismo pasillo, completito, para mí sola. Todo chicas. Llevan desde las 8 de la tarde que llegué completamente desaforadas. En la puñetera puerta de mi habitación todo el tiempo. ¿Es que no salen del hotel? ¿No van a cenar? ¿No salen de fiesta? ¿No se duchan? ¿No dejan de aporrear las puertas de sus amigas? ¿No dejan de correr por el pasillo, ni de gritar, ni de dar por c...? ¿Yo era tan inaguantable con quince años? Me entran unas ganas alucinantes de salir al pasillo y montarles un pollo pero en ese momento... ¡Dios! ¡Me he convertido en una vieja cascarrabias! No,no, completamente inviable. No puedo caer tan bajo.

¿Y si llamo a recepción y les paso la patata caliente?

sábado, 28 de mayo de 2011

Bah -ni ganas de titular tengo-

A estas horas de un viernes por la noche me siento rara, me siento mal. Tengo muchas preguntas y prácticamente ninguna respuesta. Sobre muchas cosas de la vida. Cuándo es el momento para dar algunos pasos, cuándo no es demasiado arriesgado tomar decisiones si no tienes una red en la que caer, a dónde quiero dirigirme, qué es lo que de verdad me importa (y qué es lo verdaderamente importante), dónde están esas amistades que un día me decepcionaron, por qué aún me duelen, y si existieron algún día en realidad. Por qué es viernes noche y estoy en casa sintiéndome triste y jodidamente vacía, por qué todo me parece una chorrada y nada me estimula cuando sin embargo sigo dándole tanta importancia a todo y continúo tomándelo todo tan a pecho (malísima costumbre, por cierto).

No sé si será algo tan absurdo como el síndrome premenstrual, si es que el cuerpo acusa que haya dejado de tomarme la pastilla de la felicidad o simplemente que soy así de asquerosamente tendente a la depre. Quizá también es posible que sea porque se me ha fastidiado un plan a última hora y que estoy cabreada como una mona.

lunes, 7 de febrero de 2011

A palabras necias, oídos atentos.

Conversación que he escuchado esta mañana en el autobús (dos mujeres mayores charlando, he pillado el tema a medias):
- ... en Suiza, en Alemania. Bueno, tú sabes que Suiza y Alemania son lo mismo.
Voy a crear un grupo en Facebook que se llame "Señoras que se cargan la soberanía y la neutralidad histórica de Suiza con una sola frase".

domingo, 6 de febrero de 2011

Genio y figura

Hoy dedico el post a otro blog titulado "Born gay, born this way". Hace varios días vi la noticia en un telediario, pero hasta hoy en que lo he recordado por casualidad, no le había prestado más atención.
Resulta que este fin de semana me he traído trabajo a casa, y como no soy de las que practica lo de "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", son casi las 8 de la tarde del domingo y aún tengo tarea por delante, porque, encima de todo, desde que me puse esta mañana "al lío", no he dejado de vaguear y curiosear por la red. Tooootal, que entre unas cosas y otras, he visto este curioso blog que, por cierto, me ha encantado.
Trata de un proyecto que consiste, básicamente, en que adultos homosexuales cuelgan fotos suyas de muy pequeños en las que ya se ve claramente una pose "sospechosa". Se trata de evidenciar que un gay nace, y no se hace (de lo cual yo ya estaba plenamente convencida de antemano), lo cual destierra todas las teorías relativas a que la educación recibida influye en la tendencia sexual de las personas.
Invito a todo el que se pase por mi blog a que visite este proyecto del que hablo, por si os mueve la curiosidad. Hay fotos verdaderamente tiernas, otras muy graciosas, otras entrañables... me han sacado más de una sonrisa. Porque, al fin y al cabo, se trata de fotos de NIÑOS, por encima de tendencias y de prejuicios, cuando ellos mismos no ven ningún mal en su actitud, ni entienden de represión social. Uno no elige nacer en un país o en otro, ni en qué familia, ni tampoco cuál es su sexualidad. Aún se desconoce qué es lo que motiva una tendencia u otra, ya que el cerebro, en su mayor parte, todavía es un misterio a día de hoy, pero estoy segura de que cuando se descubra, la gente de esa época considerará una barbaridad todas las vejaciones que han sufrido los homosexuales a lo largo de los siglos, igual que ahora consideramos aberrante que a una mujer la quemaran por bruja en la Edad Media por cuestiones como tener estudios o curar enfermedades con remedios naturales.
Y, como me estoy yendo del tema, quiero terminar contando una anécdota que me parece muy curiosa y que corrobora todo lo que se trata en la página a la que hoy hago mención: conozco personal y muy estrechamente a un matrimonio que, tanto él como ella y sus respectivas familias, son tremendamente tradicionales. Familias de pueblo "con tierras", solvencia económica, influencia en su entorno... lo que se suele llamar "señoritos" (aunque parezca terminología anticuada, hay sitios en los que aún se utiliza). Bien, pues tuvieron gemelos. Uno de ellos tardó bastante más de lo normal en aprender a hablar, y mientras tanto apenas se comunicaba con gruñidos. Es un niño bastante "brutote", que lo que más le gusta es un camión, jugar a pegarse y revolcarse por el barro cuando va al campo. En cambio, el otro hermano (recordemos, su gemelo), desde que nació era un niño muy simpático, muy gracioso. Ya con tres años le pedía a su madre que le pintara las uñas, y con cuatro decía que de mayor quería ser princesa. Lo que más le gusta es ver películas de Disney, y por Reyes se ha pedido el disfraz de Cenicienta.
Tengo que decir que la familia ha reaccionado bien, y se han dado cuenta de que cada uno es totalmente diferente, y que no van a reprimir al segundo de ellos, por lo que sin ningún reparo le compran las muñecas y vestidos que pide. Es su infancia, sólo tenemos una, y a un hijo se le quiere (o se le debería querer) de todas las maneras. A mí me parece algo muy evidente, pero sé que hay casas en las que puede que esto no sucediera igual, por lo que me alegro mucho tanto por los padres como por el niño, de que todo se esté tomando de un modo tan natural. Sólo me da pena pensar que este pequeño pueda sufrir algo en el futuro, tanto en el colegio como a lo largo de su vida, porque lo veo tremendamente injusto. Es un niño encantador, educado, gracioso, alegre... ojala nunca tenga que chocarse contra el muro de la intolerancia, aunque lo veo muy complicado.
Esta historia demuestra que es evidente (más evidente, imposible), que en una misma familia, recibiendo exactamente la misma educación, un niño ya desde muy pequeño tiene clara su tendencia. Ojala llegue el momento en que a nadie más se le haga sufrir por algo que no ha escogido y que no deba reprimirse en la búsqueda de una pareja que le haga feliz, que a fin de cuentas, es para lo que las personas tenemos la capacidad de amar.

sábado, 5 de febrero de 2011

Autoayuda


Una de las "cosas" que tengo fijas a a derecha en el blog es el libro que me estoy leyendo en este momento... o el último que me haya leído, en el caso de que después aún no haya empezado con otro. Así, es evidente mi gusto por la lectura, y uno de los placeres más grandes para mí es leer un rato justo antes de dormir. Siempre lo hago en ese momento. Normalmente leo novela, pero hay un género que me llama mucho la atención: los libros de autoayuda.


Cuando digo que me llama la atención quiero decir exactamente eso: no digo que me gusten ni que sea fan de ellos. Solamente que me parecen curiosos.


Hay auténticas BIRRIAS en ese sector, parece que cualquiera pueda escribir un libro para dar mensajes positivos y comerte el tarro con que tienes que ser feliz y aprender a quererte y bla bla bla... pero es verdad que hay auténticas obras de arte y libros de cabecera a los que convendría hacer más caso.


Escribo sobre esto porque el viernes, en el hall del despacho y de forma completamente improvisada, montamos un pequeño "libro forum" sobre estos libros y recordé algunos títulos que he leído de este tipo.


Está el archifamoso (yo diría que es el "padre" de todos ellos) "Inteligencia Emocional", de David Goleman. Reconozco que no me lo he leído entero, quizá lo cogí siendo demasiado jovencilla, se me hizo demasiado denso y sólo lo he leído por partes, pero la verdad es que hay cuestiones que se me han grabado en la mente, y es el "culpable" de que siempre que me monto en el autobús sonría al conductor y le salude (quien haya leído el libro, sabrá que se debe a cómo empieza éste).


"Tus zonas erróneas" de Wayne Dyer, es otro que no he leído entero, pero que debería. Está estructurado por capítulos (obviamente) dedicados a aspectos muy concretos, como la ira, el sentimiento de culpabilidad... Cada uno de ellos es una auténtica sesión de terapia psicológica si se lee con la suficiente atención y se trabaja sobre ello, y trata los problemas más comunes que tenemos todos y que nos hacen estar insatisfechos y sentirnos mal. En su día me lo recomendaron por prescripción médica (esto es rigurosamente cierto) y me leí únicamente las partes que me afectaban, pero he decidido retomarlo de nuevo y leerlo completo. Hay opiniones para todos los gustos, quienes piensan que es un auténtico tostón y quienes opinan que es el mejor que hay de este tipo. Yo me encuentro entre quienes lo recomiendo, pero hay que leerlo siendo consciente de lo que es: una sesión de terapia.


Pero si hay dos libros que recomiendo son "La princesa que creía en los cuentos de hadas", de Marcia Grad y "El caballero de la armadura oxidada" , de Robert Fisher. Simplemente fantásticos. Los reúno porque son similares, no en cuanto al mensaje, sino en cuanto al estilo de libro, y me encantaron porque mezclan los conceptos de los libros de autoayuda con la novela, y se hacen muy fáciles de leer. Además, cuando terminé de leerlos, en ambos casos, me quedó una tremenda sensación de bienestar, y recuerdo que hicieron verdadero efecto, y durante un tiempo mi forma de pensar fue mucho más positiva.


Lo que ocurre con estos libros en general es que deberíamos releerlos, porque lo que enseñan se olvida con demasiada facilidad; hay que insistir en la idea para que se quede bien grabado. Y, desde luego, está el factor de que cada uno tiene un carácter con unas fortalezas y unas determinadas debilidades, éstas, por más que insistamos en tratar de eliminarlas, tenemos que ser conscientes de que siempre vamos a caer de ellas de una forma o de otra. Por eso, de lo que se trata es de reducir al mínimo esas "fallas" para poder sortearlas con facilidad, y conocer cuáles son las mejores herramientas que nos ayudan a salir cuando caemos en una de ellas.


Sé que hay muchos detractores de este género, y lo comprendo, porque desde luego que hay verdaderas chorradas publicadas, y también creo que es de muy inocentes creer que sólo con ellos vamos a salir de un mal momento personal. Creo que la actitud lo es todo, lo más importante es el cristal con el que miremos la vida... sólo que quizá en determinados momentos en los que necesitamos un empujón, estos libros pueden ayudar a "limpiarnos las gafas".

martes, 1 de febrero de 2011

Aquí no va a quedar ni el tato

Como preveía, mi viaje para la AP en Galicia, precioso. No me ha dado tiempo de ver tanto como yo habría querido, pero he disfrutado lo que he podido el paisaje, el buen tiempo que me ha hecho, el desayuno, el viaje en avión e incluso el motel (sí, motel) en el que me he alojado y que estaba mucho mejor de lo que me esperaba. Además, estaba al lado de los Juzgados, a menos de cinco minutos a pie por un camino precioso en un cortado entre dos montañas verdes, verdes, que hizo que con el sol y la buena temperatura, lo alargase un poco más para respirar bien hondo y cargarme de fuerzas para la que se me avecina.
Me he enterado nada más llegar al despacho que el otro compañero se va. El crack, el mejor, el otrora ojito derecho de los jefes. Los acontecimientos de las pasadas semanas han hecho mella en todos nosotros, y sé que se notó en mis entradas del blog, pero aseguro que aún más en mi estado de ánimo, y mi compañero (a pesar de parecer un hombre horchata) parece que, a su modo, también ha asimilado negativamente todo lo que ha ocurrido y ha optado por coger puerta.
Como se dice, "en todas partes cuecen habas", por lo que nada garantiza que se pueda encontrar ese lugar idílico mezcla de buen ambiente, jefes justos, generosos y amables y trabajo de calidad que poder conciliar con la vida personal. He oído historias para todos los gustos de auténticos infiernos laborales, y otras que si bien no relatan tanto infierno, sí que transmiten caos y malestar por unos motivos u otros. Pero (y siguiendo con las frases de "lugares comunes") cada persona es un mundo, por lo que puede que lo que para alguien es desagradable sea estupendo para otra persona, y viceversa, por lo que el miedo a lo desconocido o la creencia de que fuera puede que se esté igual de mal no debería frenar a nadie para buscar su camino.
El caso es que, si yo me pensaba qué hacer, la inesperada noticia me ha frenado a dar paso alguno. Es verdad que yo no quería tomar decisiones en caliente, y por eso había pospuesto tomar una decisión al menos un mes y medio, pero ahora con la que se ha montado aquí, sinceramente me da cargo de conciencia abandonar el barco, porque es verdad que no es mi negocio y que tengo que mirar por mí, pero al fin y al cabo esto lo llevan personas, las empresas son personas, y gestionar el desmoronamiento que se ha producido en cuestión de un mes no se lo deseo a nadie, por lo que no quiero colaborar a empeorarlo más. Me esperaré un poco más, y a ver qué pasa.
Hoy se ha incorporado una chica nueva, que han puesto a compartir despacho conmigo. Me da buena espina, la pobre aún está muy cortada y perdidilla pero parece espabilada. No sé, me ha dado buen rollo. Lo malo es que este mes es mortal para mí (después de escribir este post, que me estoy tomando a modo de "recreo" tengo que seguir bastante rato más) y no puedo ni darle conversación a la chica. Ya le he advertido de que normalmente me enrollo como las persianas, pero que me perdone estos días. Ojalá sea buena trabajando, para que esto sea menos caos, porque se me está llenando la agenda de vistas... con lo que me gustan... arggg... y a mí me va a dar un ataque de histeria (y no es una exageración).

viernes, 28 de enero de 2011

Surfeando el principio del año

Me da miedo pararme a pensar nada relacionado con el tiempo de cotización que necesito para poder jubilarme y vivir con dignidad después (si es que llego a la jubilación, ya que a este ritmo no llego ni a las campanadas de 2012). Es un tema rancio y aburrido pero, sinceramente, me tiene preocupada.
(Bonita forma de empezar la entrada. No sé ni muy bien por qué, pero es lo primero que me ha venido a la cabeza al ponerme a escribir).
Este fin de semana estaré de viaje, ya que tengo una vista el lunes en el otro extremo de España. No me hace especial ilusión perderme la mitad del fin de semana obligadamente por motivos de trabajo, pero por otra parte, voy a estar en una zona de España en la que no he estado nunca. La pena es que no la podré disfrutar, llego casi a las 12 de la noche el domingo, y el lunes a las 15:30 tengo el vuelo de vuelta.
Cuando llegue el martes, tendré nueva compañera, a la que van a sentar conmigo en el nuevo sitio que me han asignado, que me gusta más. Espero llevarme bien con ella, porque compartir un micro despacho con alguien con quien no encaje... pero no me preocupa demasiado, no suelo tener problemas con esas cosas. Sólo espero que no sea muy habladora. La verdad es que me hace hasta ilusión, que desde que se fueron a principios de mes dos chicas, nos hemos quedado cuatro gatos y esto está muy triste. Y esta tarde hay otra entrevista a otra chica... esto es el reino femenino!
Me da miedo la semana próxima que me espera... Tengo varios vencimientos de temas complicados a los que apenas he podido meter mano, y con la semana que estoy pasando ahora mismo, ya llevo cansancio acumulado. El mes de febrero en general se presenta muy, muy duro, y creo que ésa va a ser la gota que va a colmar mi vaso. Estoy a la espera, pero con mis nervios y el cansancio acumulado, tengo un poco de miedo a "reventar". No sé, no sé... bastante vueltas estoy dándole a la cabeza estos días como para seguir machacando el tema también por escrito en el blog.
Creo que todos hemos querido alguna vez poner un chiringuito en una playa australiana, ¿no?

miércoles, 26 de enero de 2011

Miércoles por la tarde

- Hoy hace un día chungo. Chispea, hace mucho viento y un frío importante. No tengo nada importante que decir. Estoy redactando una demanda de desahucio, tengo que hacer dos escritos más o menos sencillos, preparar una Audiencia Previa y estudiar un asunto chungo. Bastante hay con lo que hay.
- Take it easy, Vic, o te va a dar algo. Si es que no te ha dado ya.
- ¿Tanto se me nota? Llevo kilos de corrector de ojeras. Por cierto, no sé hacer eso del take it easy, yo voy a morir joven de un infarto.
- Hay manchas grises que no se cubren con maquillaje... Y no te cabe más opción que abandonar el "yo soy así".

martes, 25 de enero de 2011

Quitarme de enmedio


Daría lo que hiciera falta por poder desaparecer temporalmente. Sin que nadie notase mi ausencia, quitarme de enmedio sin rendir cuentas, sin contacto con nadie, sin que hiciese falta para nada ni nadie me pidiese nada. Simplemente esfumarme.

domingo, 16 de enero de 2011

Tapas japonesas

Como este fin de semana está siendo tan poco interesante porque no me muevo de la silla y sigo con el informe, pues cuento que el viernes, después del teatro, fui a cenar con una amiga a un sitio de tapas japonesas. Me quedo muerta, tapas japonesas. Me sonaba bastante raro, pero luego no estuvo mal. Curioso, pero bastante clavo. Vamos, echando cuentas me salió cada trocito de sushi a más de un euro... Eso sí, todo el bar estaba lleno de gafapastas (entre los que me incluyo, que no llevaba las lentillas) y gente con cara de licenciados en filología y ciencias políticas del rollo "somos los más interesantes del lugar". Es un sitio como muy supercool, minimalista, y totally trendy, porque ahora lo in es la comida japonesa.
Había que verme a mí con el abrigo-capa puesto, porque no sabía dónde colocarlo (lo de los taburetes estratégicamente colocados debajo de la barra para colocar las cosas no lo practican los japoneses), con el bolso colgando del hombro, que se me escurría, y sin saber utilizar los palillos. "Así, como si cogieras un lápiz", me decía mi amiga. No lo veo, no entiendo cómo a una civilización se le ocurrió que dos palitos te podían facilitar la vida para comer, porque la realidad es que te la complican... Es una cosa que hay que aprender a utilizar, no es intuitivo, no es práctico... Bah, fuera palillos. ¿Y para el arroz? Por favor! Cómo una sociedad cuyo principal alimento es el ARROZ tiene como instrumento para comer los PALILLOS??? Es que no me entra en la cabeza!! ¿Cómo empezó el asunto? ¿A quién se le ocurrió primero?
Tengo que decir que me mofo, pero la verdad es que acepté ir al japonés porque no había probado el sushi en mi vida y me sentía totalmente off cuando alguien me decía "tía, nos tenemos que ver, super osea, que hace mil que no nos ponemos al día". "Sí, sí, es verdad", decía yo, "Pues entonces quedamos, y vamos al japonés que hay en (...), que es lo más". Acto seguido yo informo a mi/s interlocutor/a/es de que no he ido nunca a un japonés, y que no sé yo... y entonces me miran raro. Y yo me siento mal. Y juro que esa conversación se ha reproducido tres veces en las últimas dos semanas, con personas diferentes. Así que cuando mi amiga me propuso lo de las tapas japonesas, me pareció una señal, a pesar de que hasta la fecha la comida oriental no es mi pasión.
Pues no estaba malo. No es lo mejor que he probado en la vida, pero me lo comí sin asco, y eso ya es bastante, con la de prejuicios que yo tenía con los japoneses... se puede decir hasta que me gustó. Eso sí, para beber una caña, que de sake de ése (o como se llame) nada de nada. Bueno... en general una experiencia curiosa y en buena compañía, que al final es lo que más importa, ¿No?

sábado, 15 de enero de 2011

¡¡¡¡¡Necesito quejarme de todo!!!!!

El mes de enero está siendo duro. Los temas son farragosos, largos y feos. No tengo nada nuevo y me encuentro bastante desmotivada. Los asuntos que pensaba que ya se iba a facturar están atascados, faltan documentos, los clientes no mandan la información necesaria, tardan en contestar... Así no llego ni a 10.000 euros este año.
Han despedido a la chica que era mi única amiga en el despacho, y la otra chica con la que me empezaba a llevar bien ya ha avisado de que se va. Somos cuatro gatos, y ahora ni eso, esto está más solo y deprimente que nunca.
Tengo dos vistas dentro de poco, y odio, odio, odio las vistas ¿Lo he dicho? Las odio. Una de ellas a tomar por c*** de aquí, y encima en lunes, con lo que tendré que viajar en el fin de semana. Estoy asqueada.
Ayer estuve en el teatro, algo para romper la rutina. Lo malo es esa regla no escrita de que puede que no tengas planes en diez días, pero si te salen dos planes, coincidirán en el tiempo par que no puedas hacer las dos cosas a la vez. En fin... La obra estuvo bien , interesante y entretenida. La verdad es que no tengo ningún criterio para decir si una obra es mala o buena, lo valoro según cómo me lo pase, y siendo sincera me lo he pasado mejor en otras, pero ésta no estaba mal.
Hoy es sábado y estoy en el despacho, cagoento. Lo que me fastidia es que no es por un vencimiento, en cuyo caso no me importaría, es lo que hay... sino porque ayer al jefe le apeteció tener un informe de un asunto que lleva meses sopesándose y calibrándose... y ayer, viernes, a las 12 del mediodía decidió que quería verlo "encima de su mesa a media mañana del lunes". Así que aquí estoy desde las 10:30 de la mañana, después de pringar también la tarde del viernes, y mañana también pringaré todo el día. Molamazo.
Encima estoy acojonada, porque es un tema del que no tengo ni idea, ni tampoco ningún compañero, ni el jefe. Le he preguntado a mi novio, que también es abogado, y no lo ha visto en su vida... así que me fui a comprar libros, a la bilioteca del Colegio de Abogados y a rastrear jurisprudencia. Ahora mismo tengo un barullo mental alucinante... y lo mejor de todo es que el supuesto de hecho aún no lo tengo claro. Esto es la muerte en alpargatas.

viernes, 7 de enero de 2011

Día de Reyes (título original, qué pasa)


Hoy en general ha sido un buen día, como corresponde. Soy una niñata para todo el tema de los Reyes, necesito ver la cabalgata el día de antes y empaparme del ambiente de la calle el día 5 por la tarde, pasar todo el día dando vueltas, y después estar con la familia -soy un bicho raro al que no le gusta salir esa noche-. Lo raro es que soy muy, muy poco familiar, pero hoy hago una excepción. Ayer cumplí con todo lo que quería, así que me quedé contenta.

Algo curioso de este año es que la novia de mi hermano (18 años) lleva en mi casa desde el domingo, no es de aquí y ha venido a pasar unos días. Es la primera vez que alguien diferente a nosotros cuatro está en casa la mañana del día 6, y aunque la niña es majilla, educada, discreta y esas cosas, para mí ha sido un poco raro, la verdad. Una de las cosas de que yo sea la mayor de los dos es que con mi hermano mis padres están mucho más relajados... ni me planteo el que mi novio durmiese en mi casa cuando yo tenía esa edad, ya ni digo el amanecer aquí el día de Reyes.

Menos mal que mañana es viernes, se hace más "light" lo de volver al trabajo (sólo un día de descanso y ya tengo depresión post vacacional, no soy blanda ni ná): salvo cataclismo no pienso ir a trabajar por la tarde -si hace falta me traigo el portátil a casa-, y es que mañana noooo quieroooooo iiiiiiiiiiiir aaaaaaaaaal coleeeeeeeeeeeeee.........

martes, 4 de enero de 2011

Poniendo cara

Hoy podría contar que ha estado a punto de caerme una bronca gorda sin comerlo ni beberlo, pero que al final, afortunadamente, he conseguido probar que yo no tenía nada que ver con el asunto. Puedo contar que el ambiente se corta con un cuchillo, no sé qué ha pasado con la Navidad, que en vez de ablandar corazones ha afilado espadas. Puedo contar también que he hecho la primera mini factura del año (con eso no voy a ninguna parte, pero ya no estoy en blanco)...


Puedo contar cosas del trabajo. Pero hoy no me apetece. Ayer me llevé tres alegrías enormes en Facebook de tres personas geniales. Sois mucho más guapas las tres de lo que me imaginaba.


Barbecue!

Propósitos (poco románticos) para el año


Es tarde ya, pero no quería empezar faltando el primer día a mis obligaciones bloggeras.

El día ha sido raro, poco intenso de trabajo pero movidito. Nos han planteado los objetivos globales para el año, y los individuales para cada uno de nosotros. Personalmente, veo inviable la facturación a la que me han dicho que tengo que llegar, y nos han advertido de que quien no llegue a ello en diciembre "se bajará del barco". Tengo dos opciones: o amargarme y estar todo el día calculadora en mano sumando y sumando a ver si llego, o simplemente hacer las cosas lo mejor posible y a ver qué pasa a final de año.
Yo no me busco los clientes, sino que los temas me los asigna el despacho, así que el hecho de que yo llegue a la facturación dependerá de qué temas me asignen (y también, por supuesto, de que yo sea capaz de resolver asuntos). Lo que me preocupa es que, tomando como referencia la facturación que he hecho en el medio año que llevo trabajando aquí, en proporción tendría que duplicar lo hecho hasta ahora. Sobra decir que lo veo más que difícil, ya que, como soy el último mono, la última en llegar, todos los temas pequeños, de facturas cortas, me caen a mí. Y para alcanzar los objetivos previstos tendría que emitir más de 25 facturas de las cortas al mes. No me salen las cuentas, no me salen. No voy a estar todo el año preocupada por este asunto, pero desde luego en el día en que me han dado la noticia, sí que he estado reflexionando bastante sobre esto.

Por lo demás algo relajado... salvo vencimientos, estos días "navideños" -por llamarlos de algún modo- estoy optando por tomármelos con tranquilidad, ya que si no libro, como buena autónoma, al menos debo descansar un poco, que llevo casi 6 meses seguidos del tirón sin vacaciones de ningún tipo, y acuso el cansancio.

domingo, 2 de enero de 2011

¿Nunca es tarde para empezar?


Retomo mi blog a día 2 de enero. Podría haberlo hecho el 1, por eso de ser ordenada y cumplidora con los propósitos... pero no nos vamos a engañar, ni soy de fuerza de voluntad firme, y siquiera tengo muy claro lo de volver a la blogesfera.

Por si queda algún seguidor fiel o como dicen en la tele, para aquellos que se acaban de incorporar, diré que dejé las oposiciones y he vuelto a trabajar en un despacho. El nuevo no es de relumbrón ni campanillas, como era aquel en el que empecé a trabajar hace ya más de dos años, sino uno como otro de tantos, fundamentalmente dedicado al Mercantil, por hablar en términos generales.

Dejé las oposiciones porque en el Debate del Estado de la Autonomía el Presidente anunció que se iba a congelar la plantilla de funcionarios de la Junta de Andalucía hasta 2013: es decir, que no habría oposiciones hasta entonces, y que la tasa de reposición sería del 5%, o lo que es lo mismo, que de cada 100 jubilados/fallecidos/etc sólo se repondrían 5 plazas. No hace falta decir la indignación, llantos, arrancamiento de mechones de pelo a causa de la histeria y demás gestos de desesperación que hubo en mí al saber la noticia. Me lo estuve pensando varias semanas y al final decidí "qué carajo, si no es el momento ahora, pues no es el momento, y qué se le va a hacer". Lo cierto es que me sentí que desperdicié un año y bastante dinero, para no haber tenido ni siquiera una oportunidad, y para lo segura que estaba de que era eso lo que quería.

Finalmente decidí buscar trabajo, y empecé pensando qué es lo que quería, y a rellenar curriculos on line, a mandar mails, cartas, a darme de alta en páginas y páginas de búsqueda de empleo. Pero en lo que yo quería no había ofertas, ni recibía noticias de nadie. Una vez que comprobé que siendo selectiva no iba a ninguna parte, decidí "echar a todo". Tras un mes de tomarme el hecho de buscar trabajo como un trabajo en sí (es decir, levantarme pronto, ponerme a ello, comer, y volver a ponerme), conseguí que me pidieran una entrevista de un despacho de abogados con buena pinta, la hice y me ofrecieron el puesto.

He de decir que no deseaba volver a ejercer, y que tengo claro que la abogacía no es MI profesión, pero he de ser realista, y no puedo estar pensando en las musarañas mientras España está en crisis. Tengo trabajo, hago curriculum, aprendo una profesión y aprendo Derecho, me mantengo actualizada, adquiero "skills" -como se dice en inglés, o "habilidades", gano dinero... es más ventajoso estar así, la verdad. Sin embargo, ni me siento realizada ni feliz, no voy a engañar a nadie. Hay días que lo veo más negro que otros, pero lo cierto es que no me siento identificada con mi trabajo. Supongo que es lo que toca, que en este momento hay una enorme mayoría de personas que o bien hacen algo que no les llena -que es el mal menor-, o lo que es peor, no consiguen trabajo ni a tiros, o tienen que contentarse con un trabajo muy distinto a aquél para el que están preparados. Así que me siento una privilegiada en ese sentido.

Por estas evidentes cuestiones, el blog VUELVE a cambiar de nombre, y me autodoy la bienvenida. Saludos a quien me lea y saludos a mí misma, por volver a la afición de escribir.

Ciao.
* Nota: No sé si se da el caso en esta entrada, pero se dará en las próximas seguro, y antes de que digáis "uy la Vic que iba de culta y mira tú que se pasa las tildes por el mismísimo ojal del abrigo", advierto: me gusta escribir y por tanto procuro hacerlo lo mejos posible: cuidar la puntuación, evitar las cacofonías, utilizar el vocabulario más apropiado y cuidar la ortografía... pero la RAE me la ha jugado recientemente con las tildes y ya no sé qué narices va con tilde y qué no. Ni decir que me niego a poner "sexi" o "pirsin", porque esto es un desmadre... ¿Tengo que escribir todos los extranjerismos como suenan o sólo algunos? Porque por ejemplo, si escribo software como suena, tendría que poner "sóggüer" (yo lo digo así, que soy andaluza), y no hay palabra equivalente en el español. En fin... sólo es un aviso a navegantes.