domingo, 16 de enero de 2011

Tapas japonesas

Como este fin de semana está siendo tan poco interesante porque no me muevo de la silla y sigo con el informe, pues cuento que el viernes, después del teatro, fui a cenar con una amiga a un sitio de tapas japonesas. Me quedo muerta, tapas japonesas. Me sonaba bastante raro, pero luego no estuvo mal. Curioso, pero bastante clavo. Vamos, echando cuentas me salió cada trocito de sushi a más de un euro... Eso sí, todo el bar estaba lleno de gafapastas (entre los que me incluyo, que no llevaba las lentillas) y gente con cara de licenciados en filología y ciencias políticas del rollo "somos los más interesantes del lugar". Es un sitio como muy supercool, minimalista, y totally trendy, porque ahora lo in es la comida japonesa.
Había que verme a mí con el abrigo-capa puesto, porque no sabía dónde colocarlo (lo de los taburetes estratégicamente colocados debajo de la barra para colocar las cosas no lo practican los japoneses), con el bolso colgando del hombro, que se me escurría, y sin saber utilizar los palillos. "Así, como si cogieras un lápiz", me decía mi amiga. No lo veo, no entiendo cómo a una civilización se le ocurrió que dos palitos te podían facilitar la vida para comer, porque la realidad es que te la complican... Es una cosa que hay que aprender a utilizar, no es intuitivo, no es práctico... Bah, fuera palillos. ¿Y para el arroz? Por favor! Cómo una sociedad cuyo principal alimento es el ARROZ tiene como instrumento para comer los PALILLOS??? Es que no me entra en la cabeza!! ¿Cómo empezó el asunto? ¿A quién se le ocurrió primero?
Tengo que decir que me mofo, pero la verdad es que acepté ir al japonés porque no había probado el sushi en mi vida y me sentía totalmente off cuando alguien me decía "tía, nos tenemos que ver, super osea, que hace mil que no nos ponemos al día". "Sí, sí, es verdad", decía yo, "Pues entonces quedamos, y vamos al japonés que hay en (...), que es lo más". Acto seguido yo informo a mi/s interlocutor/a/es de que no he ido nunca a un japonés, y que no sé yo... y entonces me miran raro. Y yo me siento mal. Y juro que esa conversación se ha reproducido tres veces en las últimas dos semanas, con personas diferentes. Así que cuando mi amiga me propuso lo de las tapas japonesas, me pareció una señal, a pesar de que hasta la fecha la comida oriental no es mi pasión.
Pues no estaba malo. No es lo mejor que he probado en la vida, pero me lo comí sin asco, y eso ya es bastante, con la de prejuicios que yo tenía con los japoneses... se puede decir hasta que me gustó. Eso sí, para beber una caña, que de sake de ése (o como se llame) nada de nada. Bueno... en general una experiencia curiosa y en buena compañía, que al final es lo que más importa, ¿No?

2 comentarios:

Versión11 dijo...

Aquí súper fan de la comida japonesa no puede decir nada en contra, sólo que algún día que aparezca por tu pueblo tienes que llevarme :D (ah, y gafapasta tb, me encantan los modernen) :D

Vic dijo...

Ves¿? Si es que estoy super anticuada. Pues yo te llevo de ruta gastronómica oriental sureña. Además, tengo que ir acostubrando el paladar.