domingo, 9 de septiembre de 2007

Hermanos

Anoche a mis padres les dio por reservar en un restaurante de esos en los que te aparcan el coche, te retiran la silla para que te sientes... el resto es fácil de imaginar. Bueno, no les dio por ahí, era mi cumpleaños. No he estado en un sitio más bonito (de restaurantes, se entiende) en mi vida. Era una suuuper pijada, pero para hacerlo de vez en cuando, a ver a quién no le gusta.

En los postres, no sé si embaucado por el hilo musical, por el moscatel espumoso, o por la luz de estanque, el caso es que mi hermano (mi hermano!) propuso hacer un brindis (¿?). Me dedicó una serie de elogios que jamás se me ocurrió que mi hermano pensara de mí. Tengo que reconocer que me emocioné, y es que nos llevamos peor que el perro y el gato, no pasa de 5 minutos juntos sin que le grite y él me demuestre lo que pasa de mi existencia y mis palabras. A veces le siento como un extraño, y es que me fui a estudiar cuando él tenía 12 años, y ahora que tiene 17 es otra persona diferente: noo sé lo que piensa, lo que le gusta o le preocupa. No pasábamos tanto tiempo juntos como este verano desde... no me acuerdo ya.

Creo que se merece que hagamos un esfuerzo, tengo muchos amigos, y sé que seguiré conociendo a más personas, seguramente haya amigos con los que me sienta verdaderamente cómoda... pero no hay nadie más cercano que un hermano, lo he escuchado hasta la saciedad, que hagamos lo posible por que nos llevemos bien, y nunca lo he entendido. Pero la ternura que me dio oír al desastre de hombre que comparte apellidos conmigo, hablando bien de mí hizo que atisbara qué querían decir mis padres con esas palabras.

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