lunes, 2 de junio de 2008

Un día más de tantos


Nunca he sabido funcionar bajo presión. Tampoco sé funcionar sin presión. Por eso, cuando no tengo la presión de una fecha inminente de un examen, acostumbro a ponerme objetivos y así "autopresionarme", graduando la intensidad según mis necesidades y las del tiempo.

Sin embargo, esta vez se me ha ido la mano. He graduado mal, no he presionado suficiente cuando era necesario, y me he pasado cuando no debía apretar las tuercas. Como consecuencia, ahora, además de desquiciada, estoy al borde de la catástrofe. Y por catátrofe entendemos suspender, y por suspender entendemos perder EL trabajo. Todo ello lleva a que la vida me pida un break, una pausa, un kit kat, un retiro espiritual, un monasterio o gritar Jerónimo mientras me descuelgo en tirolina. Yo que sé. Un algo.

¿La solución cuál es? No hay duda alguna: no parar ¿Y qué hago? Perder el tiempo ¿Y por qué lo hago? Pues eso, que además de estar desquiciada, lo que hace que me comporte de modo incoherente, he perdido el control sobre mi barómetro. Vamos, lo que en cristiano significa que tengo miedo de volverme loca perdía. De amargarme de forma permanente, de perder los nervios para siempre. Yo pediría un par de milagritos, si pudiera ser...

Me aburre mi vida, me aburro de mi, me aburro hasta yo, no me interesa nada más, sólo tengo un objetivo, lo quiero y lo quiero ya, y eso no puede ser. Pero se ha colmado mi paciencia, ya es mucho tiempo al 100%. Se dice que cualquier momento es bueno para ser feliz, que no se pongan las esperanzas en lo que está por venir, que el presente es lo mejor. Pero permíteme que no me lo crea, permíteme tener esperanza en que lo mejor está por venir, que se puede estar mejor de lo que estoy ahora.

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