martes, 10 de junio de 2008

Estamos de obras


He vuelto a la cueva (cara de asco). Sólo que además... además... ademáaaaaaaaaas...

...Hay obras

Sí, no sé si ha sido el tuerto que me ha mirado, el karma, o qué misterio de la naturaleza, el que hace que, igual que el año pasado, haya obras en mi bloque. Pero en distinto bloque. Será que los arreglos, chapuzas y alicatados, como los caracoles, salen al buen tiempo. Ni mis leales aliados, los tapones para los oídos, me valen con esto. Por ahora estoy intentando pasar sin el chute, pero conforme escribo esto, los martillazos aumentan de intensidad. Creo que es cuestión de que termine de escribir el post ¡¡Aayyyyyyy!! ¿Por qué, por qué, por queeee?

Queda una semana, sólo una, para bien o para mal. Y se terminó. No me hace ilusión pensar en el después, en lo que voy a hacer, no quiero hacer planes y que me entre prisa por acabar, no quiero agobiarme con nada. Sólo pensar que es una semana y se terminó, ni siquiera pensar si será para siempre o no. En nada. Solamente trabajar y trabajar, no dispersar la mente, concentrarme en una idea nada más.

Ni siquiera quiero escribir posts sobre temas diferentes, porque al escribir centro mi atención en el tema sobre el que hablo, normalmente motivado tras una reflexión de la que quiero dejar constancia. Es decir, pienso en ese asunto antes, durante y después del post. Y como no quiero pensar, mejor dejar la mente sólo para Métodos ahora, y para Internacional después, cero temas, cero distracciones, cero reflexiones. Nada.

A todo esto, los martillazos y la radial no ayudan para nada, pero bueno, para eso tengo los tapones y la otra pequeña ayuda. Para qué agobiarme con eso si no lo puedo cambiar. Aunque ahora que pienso, no se me ocurre mejor título, y el encontrarme una obra al volver de casa parece una metáfora de mí misma. Ahora, en la fase más pesada y molesta de la reforma, en el comienzo, en el derrumbe para comenzar a construir algo nuevo y mejor sobre la base que queda, siendo el mismo sitio, la misma persona, el mismo edificio.

Quiero estar mejor por encima de todo, quiero salir de aquí, que cualquier contrariedad no provoque la avalancha, la catarata por la que me precipito a toda velocidad, que normalmente acaba en nervios incontrolados, dolores musculares y lágrimas. Eso es lo más importante ahora. Quiero mucha tranquilidad, ninguna preocupación, ningún quehacer y menos aún, responsabilidad alguna. Quiero redecorar mi vida, cambiarlo todo. Me encuentro perdida y sin saber no sólo cuál es el camino de vuelta, sino a dónde he de volver. Si quiero ser como era antes, se me dijo que lo mejor es recordar el mejor momento, cuando más satisfecha estaba con mi vida y a partir de ahí, intentar recuperar aspectos que me hicieran sentir bien, costumbres y lugares que fueran parte de ese todo que contribuía a que yo fuese la persona que era. Pero hay un problema, que es el que no sé cuál es ése momento. No me consigo recordar bien, no sé cuáles eran mis costumbres, mis deseos o mis gustos. Además de un serio problema de ansiedad, creo que tengo una crisis de identidad, no sé si es parte del pack, que viene de regalo con lo primero, o que de casualidad se han unido y al sumarse han hecho un todo más grande. No sé cómo salir, no sé quién me puede ayudar, no sé cómo ayudarme yo ni a quién recurrir, a quién preguntar que me pueda decir,

Quizá unos días de tranquilidad y reflexión me vengan bien, buscarme actividades que no dejen permamentemente libre a la cabeza para que piense demasiado, pero lo suficientemente relajadas como para poder ir meditando a mi ritmo. Por ahora hay una buena canción que me da esa idea de lucha que necesito para salir, porque de lo poco que tengo claro, es que lo que sea lo tengo que hacer yo, y que acomodándome en la pena nunca voy a mejorar. Cualquier arranque es duro, pero seguramente cuando ponga velocidad de crucero, como se suele decir, la máquina ya me lleve sola.

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