martes, 12 de agosto de 2008

Reconocer qué hay en una mirada

Hay necesidades raras. O apetencias, según se mire. Hay apetencias que tornan a necesidad. Hoy yo necesito escribir, una falda, y una camiseta rosa. La camiseta sólo, la falda aún no la he visualizado. También necesito tiempo para todo ello, y ya que es más sencillo conseguirlo para lo primero, me dispongo a escribir. Lo malo es que no se me ocurre nada ingenioso, o bonito, o que me desahogue. Nada de nada, así que no comprendo por qué esas ganas de escribir. Y aquí estoy, dándole a la tecla sin sentido.

Qué sorpresas te llevas con las personas. Creía tener la facilidad de lo que se dice “calar” a la gente, eso de saber más o menos cómo es alguien, cómo tratarle, por dónde van sus tiros, sus opiniones… esas cosas. Y no sé si es que he perdido el don, si es que nunca lo he tenido, o que conozco a individuos cada vez más complejos. El caso es que últimamente me desconcierto con el trato humano. Ya me cuesta hasta trabajo diferenciar cuándo caigo bien y cuándo no, cuando soy considerada relevante y cuándo paso desapercibida o más bien algo rechazada. Eso hace que me lleve sorpresas muy agradables y otras no tanto.

El tener la expectación sobre cómo es alguien y descubrirlo poco a poco es interesante, Cierto, pero provoca mucho de desconfianza y confusión, sobre todo cuando cambia para peor respecto de lo que se creía. Cuando ocurre al revés, es una alegría y un alivio. La receta es no esperar nada, dejar que todo fluya, no entregarse al máximo, y sin darte cuenta, conoces a la persona en todas sus dimensiones. Lo malo es que no siempre se puede esperar, porque hay veces que ciertas personas entran a formar parte de tu vida habitual, y compartes gran parte de tu tiempo y de tus vivencias sin saber ni si hay feeling ni si puedes confiar. La receta sigue siendo ser uno mismo, sin preocuparse, y ser educado, una baza que no todo el mundo sabe valorar como se merece y que nos favorece en casi todas las situaciones.

Si escribo sobre esto es evidentemente, porque es un asunto que me preocupa, que tengo en la cabeza. Ya he encontrado mi tema para resarcirme hoy, algo muy corto, pero me cuesta dejarme llevar y escribir todo lo que me gustaría, quizá por miedo la las lecturas del blog. No sé si es el mejor medio para poner por escrito lo que pienso, aunque desde luego mejor que en un papel, que además de ocupar espacio, se convierte en algo así como el diario con candado que tenía de pequeña. Soy muy comunicativa, pero tengo muchos secretos que no quiero desvelar, y que sin embargo, golpean y golpean por salir, y no sé dónde colocarlos.

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