sábado, 26 de abril de 2008

Confianza


Una reflexión para hoy, a propósito de esta estupenda escultura de Lorenzo Quinn. Estupenda por lo bien que transmite lo que pretende representar. En palabras del escultor:

"El sentimiento mas maravilloso y la mayor responsabilidad, es la de saber que alguien tiene completa confianza en ti. Aquel sentimiento total de abandono en tus manos. Es un honor que te den la confianza de llevar en tus manos los sentimientos de alguien. Este poderoso vínculo nunca debería romperse, pues puede hacer que se desmorone una montaña en un instante. Trabajo constantemente para ganarme la confianza absoluta de mis hijos. Tienen que saber que el amor de su padre es incondicional, pero también deben entender que, como todo lo que une a las personas, ese amor es un viaje que debemos recorrer juntos para que nunca nos lleve por el camino equivocado. Por naturaleza soy optimista, sé que somos humanos y que cometemos errores, que laconfianza implica fe, así que si alguien era y se da cuenta de su error,debemos poner toda nuestra fe para que pueda reconstruir la montaña de la confianza".

De www.temasarte.com

viernes, 25 de abril de 2008

Desperated

Como un día coja la puerta...


...la arranco y me voy

Sobre gustos...

Me encanta:

Despertarme en mitad de la noche y ver que me quedan muchas horas de sueño

Los sms espontáneos

Recibir e-mails personales

El café

El olor a detergente, a friegasuelos y a pintura

Caminar escuchando música en el mp3

Ir al cine

Viajar

Comprarme la revista que me gusta, leerla sin prisas y que traiga un regalo útil

Los días de sol

Hacer, que me hagan y ver fotos

Llegar a la estación de tren cuando vuelvo a casa

Que se me quede el pelo justo como quiero después de la ducha

Los bolsos

Leer en la cama

Saberme la letra en inglés de las canciones que me gustan

Las cosas con sabor a fresa

Cantar cuando estoy sola

Charlar durante horas sobre cosas trascendentes e intrascendentes en un lugar tranquilo

Los paseos por la playa

Las orquídeas

Un mensaje antes de dormir

El color azul

Ir de cañas

Que me abracen

El Red Bull

Releer lo que escribes, volver a sorprenderme de cómo lo haces, maravillarme por cómo eres y sorprenderme y maravillarme de que estés conmigo

Ver el telediario

Las mesas con brasero

Estrenar ropa

La gente habladora

La sensación de salir del agua y tumbarme al sol

Que me cante, aunque no lo haga casi nunca

Tomar copas en casa con los amigos

Llorar de la risa

Sentir complicidad

Que me llamen por teléfono sólo por gusto

Redecorar y quedar encantada con el cambio

No me gusta:

Los días nublados

El ruido de los tendederos de los vecinos por la mañana

Levantarme tarde

Héroes del Silencio

Que entren sin llamar a la puerta

Las tareas domésticas en general

Los recreativos y videoconsolas en general

Montar en bici

Tener el dormitorio desordenado

Las alcachofas

Los animales

Los claveles

Improvisar

Las despedidas

Que me digan lo que debo hacer cuando ya lo había pensado hacer

Llegar tarde

El tic-tac de un reloj por la noche

Ir de verde o de amarillo para un examen

La mediocridad

Las películas de ciencia-ficción

El momento de levantarte de la mesa para recoger

Los domingos por la tarde


jueves, 24 de abril de 2008

Mi nuevo contador

He reinaugurado mi contador. Ahora tiene un triste "0000".

Cuando abrí el blog puse uno, pero por el mes de noviembre se quedó atascado, no se movía el número... jeje, sé lo que estás pensando... sí, me visitaba gente. Así que lo quité. Ahora que estoy de cambios en la página he decidido volver a poner otro, por añadirle cosas y tenerlo más completo, más que nada. De todas formas, lo de las visitas es algo que no me preocupa... la verdad es que prefiero que haya pocas, y es que sigo con la idea de que esto tiene menos de periódico que de diario, aunque, qué curioso, estas dos palabras en el lenguaje común parece que tengan el significado cambiado entre sí respecto a lo que significan literalmente.

miércoles, 23 de abril de 2008

Los libros


Hoy es San Jorge (o San Jordi, como mejor te venga), y el día del Libro. Yo prefiero recordarlo como el día del Libro, con permiso de todos los Jorges (nombre imposible de decir para los guiris, dicho sea de paso) y para mí es tan importante casi como el día de la madre, y desde luego, mucho, muchísimo más que San Valentín. En mi opinión, el día de los enamorados debería celebrarse hoy, o el día del amor, o algo así (para quienes crean en ello, desde luego), porque, al fin y al cabo, ¿quién si no se regala un libro y una rosa si no es aquellos que se quieren?

Puedo decir que recibí una vez libro y rosa en este día, y fue un detalle muy bonito, de esos que se recuerdan siempre, uno de los mejores regalos quizá que haya recibido… porque los regalos que más me gustan son los inesperados y los sentimentales (pero vaya, que si se organiza una colecta para regalarme un coche, no la desprecio… ¡yo pongo cara de sorpresa y asunto solucionado!). Si se juntan esas dos cosas, mejor que mejor, y si ya el regalo es caro… ¡ni te cuento! Jeje. El libro y la rosa no resulta demasiado caro, no es difícil acertar, y es un regalo que perdura. Y es que la costumbre, muy arraigada en Cataluña, creo que se debería extender más al resto de España… qué digo… ¡del mundo! Y habla una no-catalana. Era un libro de Isabel Allende, uno que no me ha marcado demasiado, pero siempre recordaré ese detalle con muchísimo cariño.

Siempre me ha gustado leer, aprendí a hacerlo con tres (ni te cuento lo que me aburría cuando con cuatro y cinco años, en preescolar, me ponían a hacer dibujitos con un punzón), y una de las fotos de mi vida que guardo con más cariño es una en la que salgo en la cama de mis padres, en el sitio de mi madre, y mi padre al lado, los dos leyendo, cada uno a lo nuestro. Él un libro cualquiera, no sé, yo con un chupete blanco y un cuento de Barrio Sésamo. Parecemos del anuncio de “Si tú lees, ellos leen. Plan de Fomento de la Lectura”.

Los libros me recuerdan a mi infancia, siempre han estado muy presentes en mi vida. Cuando estaba enferma me regalaban dos o tres, que me traía mi madre, y se sentaba en el filo de mi cama, a explicarme porqué los había elegido para mí. Me recuerdan a una librería de barrio en la que casi era de la familia, a enredar en ella, a buscar entre unos y otros, para al final ponerme hasta nerviosa, totalmente indecisa (ya apuntaba maneras), por querer llevarme un montón. A los cuentos de cartón de mi hermano que yo, repelente siempre, quería leerle, cuando él sólo encontraba en ellos un buen material donde espachurrar la papilla. A la colección del Barco de Vapor, a lo orgullosa que me sentía cuando pasaba del blanco al azul, del azul al naranja, y del naranja al rojo… aunque cuando pasé al rojo era ya casi más de SuperPop que de Barco de Vapor. Me recuerdan a esconder un libro bajo la colcha y encender el flexo después de que me dieran las buenas noches… a que me pillaran, a intercambiar cuentos con mis vecinas y a intercambiar novelas con mi madre después.

Igual que tengo una canción para cada momento de mi vida, también hay libros que me han marcado en diferentes ocasiones, que nunca voy a olvidar. Sobre todos ellos hay uno, el único que me ha arrancado lágrimas de emoción, el único que me ha encogido el estómago de nervios al pasar sus páginas, el que más me ha enternecido. Es una historia redonda, rotunda, universal. Se titula “La Sonrisa Etrusca”, de José Luis Sampedro.

Propondría que un día como hoy se celebrara leyendo alguna página, al menos una, de cualquier libro: de ése olvidado, el que se comenzó hace tiempo y que da pereza continuar porque no se recuerda bien del argumento, o de ése que se tiene sin empezar y no se encuentra el momento para hacerlo. Y feliz lectura!

A tomar por... la tortilla

Resulta que, como mucha de la gente que me conoce sabe, vivo en un piso de 4 personas, a saber: mi amiga, mi no amiga, el novio de ésta y yo. Bueno, el novio de ésta no paga, pero habita. Ambos has establecido una especie de república independiente de su cuarto y si no fuera porque les veo pasar de vez en cuando al baño, juraría que menos cocinar, hacen todo lo demás ahí (vamos, como diría Laura, no salen ni pa cagar).

Esta minirrepública tiene costumbres muy curiosas, como levantarse a las 11 de la mañana todos los días, no saludar al llegar ni al salir (siempre tendrás calma tensa con los habitantes de Estados fronterizos, ¿no? Como los de Villarriba y Villabajo), ni cuando alguien llega ni cuando alguien se va; romper al menos un vaso diario, gritar descontroladamente a horas absurdas o hacer cosquillas con un portaminas a las plantas carnívoras (palabrita que esto es verdad).

Pero sin duda, de todas las costumbres, merece mención aparte La Cena. Ese momento clave del día en el que los dos sacan toda su artillería de pretendidos pijulis y se disponen a invadir los 3 metros cuadrados de nuestra cocina. Quizá no debería utilizar “invadir”, porque la cocina es como las aguas esas que están lejos de todo (¿Cómo se llaman?), que no es territorio de nadie. Vamos, que nadie la limpia, nadie la barre, nadie saca la basura…Asquerosito, asquerosito.

Si un nutricionista hiciera repaso a su dieta probablemente les diría que se dejasen de tonterías y tomasen más arroz, más pollo y más naranjas, porque a este ritmo les va a dar una subida de ácido úrico que lo flipas. Que me digan a mí en qué piso de estudiantes se cenan a diario camarones, langostinos, buey de mar, centollo, langosta (y caracoles de esos marinos que no sé como se llaman). Que yo la primera vez que lo vi me quedé a cruces, aunque pensé que sería un día especial. Pero más a cruces me quedé al darme cuenta de que era algo habitual, o cuando ella nos dijo que comer tortellinis era “lo peor, porque eso es comida precocinada”. Nooo… sé lo que estás pensando. El resto de la pasta no es comida precocinada, pero la pasta rellena sí, porque (he aquí la clave) no la rellenas tú. Aahhmmm, interesante discusión. Pero ayer no tocaban ostras, ni chipirones en su tinta, ni gambas a la plancha con salsa de aguacate. Ayer era el día grande. Ayer tocaba…

TORTILLA.

DE PATATAS.

Ya había habido grandes intentos memorables, como aquélla que hizo ella (“Menganita, las patatas hay que freírlas antes de echarles el huevo. Porque el huevo se echa después, no antes”. “Pues en mi casa se hace así”), que ciertamente le echó intención, pero sólo eso, porque a juzgar por los gritos del susodicho, no le echó si sal, ni aceite, ni ná. Además de las patatas crudas (Los gritos del novio se oían hasta en el rellano). La tortilla acabó en la basura. Pobre tortilla. Otro día lo intentó con la tortilla de espinacas, y le echó espinacas de las de bolsa para las ensaladas, de esas que parecen lechuga, tiesas perdías (“Menganita, yo creo que esas espinacas no son” “¿Cómo que no? No me digas eso, que ya lo he hecho”. Y siguió picando espinacas. La tortilla parece ser que más reseca no podía estar “¡¡Esto es suela de zapato!!” Gritaba el novio).

Así que parece que tras varios intentos de Menganita, el novio se decidió a coger la sartén por el mango, que ya era hora por otra parte, y ponerse a cocinar. Y yo decidí callarme, visto lo que desoía mis consejos Menganita. Y ayer hizo la tortilla él. No sé qué pasaría, pero estando en mi cuarto con los auriculares puestos a todo meter, oigo (voz masculina, grito huracanado): ¡¡A tomar por culo la tortillaaaa!! ¡¡Pero porqué no me ayudas!!

Je Je Je Je Je

martes, 22 de abril de 2008

Buceando...


No es bueno cuestionarse a menudo lo esencial de las cosas.

Es mejor vivir en la capa superficial de la vida y cuando nos entre frío, bajar a las profundidades de la reflexión y la seriedad. De lo contrario, de permanecer de modo habitual en lo profundo, se corre peligro de ahogo. Abajo, en “lo hondo”, como dicen los niños pequeños en la playa o en la piscina, allí abajo falta el oxígeno. Abajo no hay asideros, no se hace pie. Sólo te mantienes por ti mismo, y si pretendes permanecer durante mucho tiempo, es mejor que vayas con una buena bombona de oxígeno que te dé horas, días, meses de estabilidad. Este oxígeno podría ser la seguridad en ti mismo, un ambiente estable, o compañeros que se adentren contigo y te garanticen ayuda en caso de que te pierdas en una zona algo oscura. Cuanto más se baja, menos luz hay, menos vida, menos movimiento.

Y más difícil resulta salir.

Litros y litros y litros de agua presionándote los pulmones, las arterias, los brazos y las piernas. Se hace difícil nadar. Hasta los peces, adaptados al medio, encuentran complicado respirar, cada vez hay menos, progresivamente menos movimiento. Incluso llega un momento en el que no hay absolutamente nada. Simplemente el vacío total.

La frivolidad tiene una justificada mala fama, sin embargo, no tengo claro que ser místico, meditativo o reflexivo a tiempo completo sea algo de lo que hacer gala. No me gusta permanecer en lo profundo, ni quienes permanecen, ni quienes alardean de ello. Son poses de pseudointeligenteoriginal que no consisten más que en fotocopias de tantos otros místicos, meditativos, reflexivos.

Y qué contradicción más grande, puesto que con esta entrada no hago sino detenerme a reflexionar. Pero es que ¿quién ha dicho que yo me guste?

lunes, 21 de abril de 2008

¿Qué hago contigo?

Me da hasta vergüenza ver lo abandonado que tengo el blog, cuando antes, cuando lo inicié, escribía todos los días. No me vale la excusa de que no sé qué escribir, porque muchas veces las ideas vienen solas mientras escribes, y porque escribir es una terapia que siempre me ha venido bien. Como todo, cuanto más pierdes la práctica, más cuesta recuperar el hábito perdido, y se hace una bola de nieve cada vez más grande de la que es difícil salir. Esto es una tontería que me ha apetecido señalar aquí y que en cristiano se resume en: "cuanto menos escribo, menos me apetece escribir".

Lo que también creo que me pasa es que antes el blog era totalmente anónimo, y las escasísimas personas que lo leían eran completos desconocidos para mí, con lo cual me daba lo mismo que leyeran mis intimidades y mis pensamientos, o que lo que yo escribiese no le interesara absolutamente a nadie... porque me interesaba a mí. O a lo mejor ni siquiera me interesaba, pero no me sentía en la obligación de dar explicaciones de qué era una chorrada mental y qué no lo era, o de dar explicaciones sobre lo que escribía después de escrito, o de preocuparme del qué dirán. No tenía que pensar en si estaba dando más detalles de los precisos, o si estaba contando algo que no debía contar. No me daba pudor poner por escritos sentimientos, pensamientos, preocupaciones... resultar muy lastimera o muy dura.

No escribo para entretener, ni lo hago como ejercicio periodístico. Este blog nació como un diario, y así lo quería mantener. Sin embargo, las circunstancias han cambiado. Ahora no sé cuál es su anturaleza, ni su estilo. No sé qué afluencia tiene, que supongo que no será mucha. Pero ahora me siento algo prisionera de lo que escribo aquí. Si tuviera una rutina, un motivo concreto que tratar, sería diferente, pero un diario es una carta abierta de tu vida, una publicación de tu intimidad que simplemente no me apetece desplegar.

Desconozco si a alguien le pasa ahora mismo esto, o le ha pasado antes, no sé si es una fase, si a quienes les pasó decidieron cerrar el blog o si lo reinventaron. Me da pena abandonarlo, es una especie de criaturita a la que le he cogido cariño, pero con la que no sé muy bien qué hacer.

sábado, 5 de abril de 2008

Un día suave


Esta mañana el día ha empezado muy bien. Me he levantado de buen humor, sin preocupaciones, sin agobio, sin la sensación de tener que hacer nada concreto, con un día completo por delante sin ninguna obligación atenazante. Al abrir la ventana he comprobado que hacía sol y que la temperatura era perfecta. Un clásico día de primavera. En casa. Desayunar con el periódico (placer reservado en exclusiva para cuando estoy en casa de mis padres), y luego a estudiar tranquilamente. La comida en la mesa, conversaciones tranquilas, nada de tensión. Ahora iré al cine, mañana me iré de nuevo de aquí. Pero ha sido un fin de semana bien aprovechado, todo un acierto venir, de las mejores veces en casa de todas las que recuerdo.

Me iré con mis amigas de viaje a una casa rural en Ávila, a veces los proyectos se llevan a cabo. Seguro que es memorable! Y ha sido más fácil de plantear de lo que yo pensaba.

Me siento más tranquila, quizá todos los cambios que noto a mi alrededor no se han producido nada más que en mí. Me he propuesto una nueva actitud, sacarle la sonrisa al día a día, a lo cotidiano: creo firmemente en que eso nos hace más felices, a los que están a nuestro alrededor y a nosotros mismos, y lo que me espera de ahora en adelante, y por largo tiempo, va a ser duro; sin esa actitud no creo que sea posible. Espero conseguirlo, por ahora estoy decidida a hacer lo posible. Parece que la primavera nos ha suavizado a todos, que el sol, el buen tiempo y el calorcito nos han derretido a todos por dentro.