miércoles, 23 de abril de 2008

A tomar por... la tortilla

Resulta que, como mucha de la gente que me conoce sabe, vivo en un piso de 4 personas, a saber: mi amiga, mi no amiga, el novio de ésta y yo. Bueno, el novio de ésta no paga, pero habita. Ambos has establecido una especie de república independiente de su cuarto y si no fuera porque les veo pasar de vez en cuando al baño, juraría que menos cocinar, hacen todo lo demás ahí (vamos, como diría Laura, no salen ni pa cagar).

Esta minirrepública tiene costumbres muy curiosas, como levantarse a las 11 de la mañana todos los días, no saludar al llegar ni al salir (siempre tendrás calma tensa con los habitantes de Estados fronterizos, ¿no? Como los de Villarriba y Villabajo), ni cuando alguien llega ni cuando alguien se va; romper al menos un vaso diario, gritar descontroladamente a horas absurdas o hacer cosquillas con un portaminas a las plantas carnívoras (palabrita que esto es verdad).

Pero sin duda, de todas las costumbres, merece mención aparte La Cena. Ese momento clave del día en el que los dos sacan toda su artillería de pretendidos pijulis y se disponen a invadir los 3 metros cuadrados de nuestra cocina. Quizá no debería utilizar “invadir”, porque la cocina es como las aguas esas que están lejos de todo (¿Cómo se llaman?), que no es territorio de nadie. Vamos, que nadie la limpia, nadie la barre, nadie saca la basura…Asquerosito, asquerosito.

Si un nutricionista hiciera repaso a su dieta probablemente les diría que se dejasen de tonterías y tomasen más arroz, más pollo y más naranjas, porque a este ritmo les va a dar una subida de ácido úrico que lo flipas. Que me digan a mí en qué piso de estudiantes se cenan a diario camarones, langostinos, buey de mar, centollo, langosta (y caracoles de esos marinos que no sé como se llaman). Que yo la primera vez que lo vi me quedé a cruces, aunque pensé que sería un día especial. Pero más a cruces me quedé al darme cuenta de que era algo habitual, o cuando ella nos dijo que comer tortellinis era “lo peor, porque eso es comida precocinada”. Nooo… sé lo que estás pensando. El resto de la pasta no es comida precocinada, pero la pasta rellena sí, porque (he aquí la clave) no la rellenas tú. Aahhmmm, interesante discusión. Pero ayer no tocaban ostras, ni chipirones en su tinta, ni gambas a la plancha con salsa de aguacate. Ayer era el día grande. Ayer tocaba…

TORTILLA.

DE PATATAS.

Ya había habido grandes intentos memorables, como aquélla que hizo ella (“Menganita, las patatas hay que freírlas antes de echarles el huevo. Porque el huevo se echa después, no antes”. “Pues en mi casa se hace así”), que ciertamente le echó intención, pero sólo eso, porque a juzgar por los gritos del susodicho, no le echó si sal, ni aceite, ni ná. Además de las patatas crudas (Los gritos del novio se oían hasta en el rellano). La tortilla acabó en la basura. Pobre tortilla. Otro día lo intentó con la tortilla de espinacas, y le echó espinacas de las de bolsa para las ensaladas, de esas que parecen lechuga, tiesas perdías (“Menganita, yo creo que esas espinacas no son” “¿Cómo que no? No me digas eso, que ya lo he hecho”. Y siguió picando espinacas. La tortilla parece ser que más reseca no podía estar “¡¡Esto es suela de zapato!!” Gritaba el novio).

Así que parece que tras varios intentos de Menganita, el novio se decidió a coger la sartén por el mango, que ya era hora por otra parte, y ponerse a cocinar. Y yo decidí callarme, visto lo que desoía mis consejos Menganita. Y ayer hizo la tortilla él. No sé qué pasaría, pero estando en mi cuarto con los auriculares puestos a todo meter, oigo (voz masculina, grito huracanado): ¡¡A tomar por culo la tortillaaaa!! ¡¡Pero porqué no me ayudas!!

Je Je Je Je Je

1 comentario:

Caroli "(^_^)" dijo...

Jajajaja Vaya pareja, le van a quitar el puesto a los Hnos. Arguiñano jajajaja No veas lo que hay que aguantar para subsistir independientemente. Unos consejos: paciencia, tapones para los oidos y por otra parte...ya sabes que regalarle para las proximas fiestas...Un libro de cocina!!!!juas juas juas