domingo, 7 de diciembre de 2008

Quiéreme cuando menos lo merezca, que será cuando más lo necesite


¿Y ya está? ¿Y ya se terminó? No, no puede ser asi. Yo no me lo puedo creer. Sé que he hecho todo lo que he podido, y que no todo tiene arreglo. Pero es que hay algo dentro de mí que me dice que sí hay algo más, que no está todo perdido, que es cuestión de tiempo y paciencia. Tiempo y paciencia, qué dos palabras más difíciles para mí. Pero si así se consigue, se hará lo que se pueda. Conozco la sensación de presión, el no querer que nadie dependa de mí, sé lo que es querer ir a mi ritmo sin que nadie esté pendiente de si voy a paso lento o rápido. Sé que eso agobia. Así que no esperaré. No haré nada, seguiré mi vida. Pero quiero estar a su lado en sus malos momentos, y si hay días en los que piensa que no, y días en los que piensa que sí, que me tenga a su lado cuando piense que sí. Quiero que vea que sé estar con él, que tengo la flexibilidad suficiente como para moldearme sin perder mi forma. Quiero que recupere esa alegría y esas ganas de vivir, esa energía y esa iniciativa, que fue lo que me enamoró. Ese hombre existe aún, quiero estar cuando vuelva, que me busque cuando esté de nuevo por aquí, y que no se olvide de mi mientras tanto. Y en ese intervalo en el que se recupera, no estaré con él si no quiere, pero si me necesita a ratos, ahí estaré. Sin exigir, sin pedir, yo a lo mío, a vivir mi vida que no es poco, pero mirándole de reojo. Yo tengo también tela que cortar, me tengo que preocupar por mí, necesito estar pendiente de mi persona, que la tengo muy olvidada. Lo primero, de mi aspecto, y al mismo tiempo, mi interior. Tengo que volver a ser guapa por fuera y por dentro, aunque no sé por dónde empezar, y no encuentro las ganas ni el estímulo para hacerlo. ¿Por qué me abandoné? ¿Por qué dejé de ser egoísta? Él me obnubiló, me prendó, me enamoró. Me vi bella a su lado, y horrenda al marcharse. Él no me hizo mal, sólo que me enamoré tanto que al buscarle tanto, olvidé cuál es el sendero de vuelta a mi persona. Y si él se marcha, yo me pierdo.

Si él se marcha, mi vida se vuelve gris. No quiero ser compañía a la sombra de nadie, quiero brillar, reaprender a disfrutar. Quiero volver a sentir que la vida es una maravilla, que cada día es un regalo. Sólo que siento que sin él, ese día a día es un regalo envenenado. Y todo eso porque sé que está sufriendo, que no está bien y que rechaza el amor porque no es capaz de asimilarlo ni de darlo, pero precisamente ahora es cuando más lo necesita... y se lo tengo que dar, le tengo que ofrecer todo mi yo, todo mi cariño, mi apoyo, en la forma en que más le convenga, como él lo prefiera. Porque la frase "quiéreme cuando menos lo merezca, que será cuando más lo necesite" es una frase que nunca se debe decir en primera persona, es algo que no se debe pedir, sino que se tiene que percibir por los demás.

Aún quedan ese apartamento de playa juntos, esa casa rural, esas clases particulares de salsa, vivir la feria juntos, besarnos de nuevo en Bayswater, y tantas cosas más que sé que el destino quieren que pasen. Si es a largo plazo, esperaré, no importa, pero como que estoy viva, que ahora le tengo que apoyar en su mal momento. Dure el tiempo que dure.

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