viernes, 12 de septiembre de 2008

No te acostarás sin saber una cosa más: las lagartijas huyen de la luz

Ayer por la noche, llegando a mi casa: subiendo las escaleras exteriores percibo una presencia extraña… miro a izquierda, a derecha… no veo nada, y sin embargo sé que hay algo… y lo veo. ¡¡Es una lagartija enorme!! Gorda como una vaca sin ordeñar, ¡Es una salamanquesa radioactiva! Terminé de subir las escaleras y di la luz del porche. Mi intención era fotografiarla con el móvil, porque nadie iba a creerme cuando lo contase, pero como mi móvil mucho wifi pero no tiene flash, pues como no hubiera luz poco iba a conseguir. Lo malo es que la bombilla no iluminaba la zona donde estaba ella. Miro: ¿dónde está? Se había apartado para ponerse más en la oscuridad.

Volví a bajar las escaleras para dar la luz de abajo y conseguir iluminar toda la pared. Pasé a unos centímetros de ella, no sin mucho asco y sin querer mirarla (sé que es mentira, pero de pequeña me contaron que escupen y que si te da en un ojo, te quedas ciego. Es como lo de que si bizqueas los ojos, te quedas así. Nunca te lo acabas de creer pero lo haces con cuidado, por si acaso). Total, que cuando volví a subir, oh sorpresa, se había escabullido por completo entre las plantas. Me quedé sin foto. Aquí dejo una que hice otro día de una parecida, solo que palabrita que la que vi ayer era más grande.

Empiezo a pensar que está pasando con las salamanquesas de la pared como con los mosquitos tigre: nos invaden especies raras de otros países o de otros climas, porque yo jamás había visto nada igual. Y una es urbanita, pero ha pasado muchos veranos en el campo.

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