
Suele tener buena fama, y es que desde la infancia está asociada con las vacaciones, y aunque ya de mayores, verano y vacaciones no tengan por qué estar asociados, lo cierto es que continúa siendo la época dorada del año. Y como ocurre en los casos de cuando se espera algo con ganas y se espera mucho de ello, cuando se pasa, suele dejar un regusto de frustración, porque, siempre deja lugar a la decepción.
El verano, no nos engañemos, es una época cruel. Deja al descubierto cada uno de los pequeños complejos que los seres humanos tenemos: que si este michelín por aquí, que si tengo unos pelos que no me gustan nada por allá, que si estoy aún blanco y ya yodos están morenos, y tengo que parecer que me lo paso de puta madre y estoy descansando como todos aunque sea mentira. Deja al descubierto, también en muchos casos, la escasez de vida personal que muchos tienen al margen del trabajo. Con lo intensas que son las jornadas laborales, y el poco tiempo que se tiene, hobbies, proyectos y demás son borrados del vocabulario. Y cuando se tiene tiempo libre, no se sabe qué hacer.
Hay que irse de vacaciones, aunque sea al pueblo de al lado, y pintarlo como si fuera el mejor viaje posible, porque queda muy triste a la vuelta eso de “¿Y a dónde has ido de vacaciones?” “Estooo… no, mm… a ninguna parte. Pero oye, queeee, que me lo he pasado muy bien… si”. Aunque no tengas un duro. Aunque hayas tenido una semana de descanso.
En verano es cuando se produce el mayor índice de divorcios y de ruptura de parejas. Cuando pasan mayor tiempo juntos es cuando se descubre lo poco que tienen que ver las parejas entre sí, lo poco que de verdad han compartido durante el año, los pocos planes que son capaces de llevar a cabo con ilusión. Se cansan, se aburre el uno del otro, descubren que no se soportan. De todos modos, hace poco, escuché en el telediario que este verano no sólo no han aumentado los divorcios, sino que se han ¡reducido! Con lo de que la gente ni tiene dinero, no se tiene ni para divorciarse: abogado, una nueva vivienda… y además, sal mucho más caro vivir solo. De algo tenía que servir la crisis,
Con
En verano se abandona la vida cotidiana y se aparcan las preocupaciones rutinarias. Pero cuando se vuelve nada está como se dejó. Muy a menudo, la vida ha girado un número considerable de grados, e incluso la faz del propio país ha cambiado. Podría decir que en lugar de Vicente Vallés me he encontrado con
También podría extenderme sobre el hecho de que Rusia haya desafiado a Occidente con la invasión de Georgia, pero a la vista de la poca relevancia concedida a este acontecimiento, no será la que escribe la que se meta en camisas de once varas en su blog escribiendo sobre ello. Ya se sabe que en España, el concepto “política exterior” se asimila al de “política extranjera”. Pero me atrevo a apuntar a que el mundo ya no está como lo dejamos en el mes de junio.
A mí me gusta la tranquilidad, la vida corriente, los días normales. El despertador que te recuerda que falta menos para el viernes, los fines de semana, los días esporádicos de fiesta. La vida ordenada, mi lugar, mi tarea determinada, la previsibilidad del día a día. Yo digo: ¡bendita rutina!
De todas maneras, como todos, yo también cuento los días que quedan para las vacaciones de Navidad.
1 comentario:
igual q yo! contando los dias para navidad! jeje la verdad esq en verano se ven mas esos michelines y eso porq en invierno dificil entre tanta ropa jeje beno pos tienes razon hay q disfrutar del verano aunque te quedes en casa...lo importante es pasarlo bien, el donde no importa demasiado bss!
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