domingo, 25 de enero de 2009

Un yogurt que se conserve


Cuando llego a casa por las noches, apenas tengo tiempo de ducharme, cenar con mis padres y mi hermano mientras veo lo que haya en televisión, ver el principio de alguna serie que no sigo, y acostarme. En una de esas cenas haciendo zapping, la semana pasada encontré un pequeño trozo que no tiene desperdicio. Era de la serie "Los hombres de Paco", que como ya he dicho, no sigo.

Una voz en off hacía un breve monólogo que consiguió conmoverme y, por qué no reconocerlo, enrojecerme los ojos y casi sacarme una lágrima que no llegó a rodar. He buscado ese fragmento en foros, y aquí lo tengo. Lo reproduzco para dejar constancia de aquello que me conmovió por identificación, por sentirme yo esa voz, por conseguir descubrir, como un flash, mi voz en televisión, explicando a millones de personas simultáneamente, lo que se siente cuando una está viva y tiene esperanzas de lograr aquello que ansía.

Aquí está:

Por muchas noches en blanco que una dedique a pensar en su biografía sentimental, la verdad es que encontrará pocas soluciones. Podrá parchear tal o cual relación, pero al final volverá a pasar lo de siempre, que de un momento a otro saltará en pedazos. Como tantas otras veces. Porque uno es como es y no es fácil dejar de serlo para querer a alguien, es casi un combate perdido de antemano. Así que lo mejor que nos podría pasar es que las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad, como los yogures, así sabríamos de antemano cual es la fecha del final y no perderíamos el tiempo en inseguridades, sospechas y discusiones. Nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la última décima de segundo. Aunque si lo piensas, lo bueno de no tener fecha de caducidad es que nos permite seguir soñando con que, esta vez sí, ese yogur pueda conservarse para siempre.

Creo que este fragmento se ha hecho famoso, pero me gusta pensar que es mío, que me representa a mi. Quizá me pase como a los protagonistas de "Revolutionary Road", que me creí distinta... especial, pero descubrí que no es así, que soy una más, una de tantas personas que se mezclan en la masa, una historia clónica e indistinta a muchas otras... pero que al tiempo, puede que eso sea lo más grande que me puede suceder, porque soy aunténticamente especial, genuinamente igual al resto de las personas. Soy una mujer, y ser igual que los demás es, quizá, la mayor de las suertes. El monólogo del personaje de Pepa, en los Hombres de Paco, es parte de mi, de mi historia, de mi vida. Yo SUEÑO y LUCHO porque mi yogurt se conserve para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida es así, las historias vienen y van y hay que acostumbrarse a eso. Encontrar pareja es difícil, muy difícil, pero no imposible. Lo que hay que hacer es disfrutar mientras dure y, cuando no dure, lamentarse lo justo y seguir hacia delante.

Tu eres especial, muy especial. Nadie es igual a nadie y estoy seguro de que la vida, algún día, te recompensará!