domingo, 18 de enero de 2009

Una imagen para traer al presente

El aire le envolvía como un manto puro y aún algo cálido, pero en el que ya se notaban briznas frescas que recordaban que el verano hacía algunas semanas que había terminado. A su alrededor, naturaleza en todo lo que alcanzaba su vista. Deteniendo el instante, como si de una fotografía se tratase, un monte pedregoso con formaciones caprichosas apuntaba hacia su cabeza, en un curioso efecto óptico, pareciendo como si todas aquellas rocas se fuesen a desplomar sobre él. Sin embargo, guardaba una postura, entre chulesca y algo desafiante, pero también relajada y contemplando el panorama, como un capitán de barco orgulloso, que desde lo más alto de la popa contempla como todo funciona correctamente. Ese mismo efecto óptico abría un triángulo de cielo entre las dos lomas de rocas aquellas que parecían dibujar una flecha apuntando hacia él, un triángulo de cielo azul, en el que apenas se podía atisbar una pequeñita nube blanca, un azul tranquilo, como un mar de tranquilidad que se abría sobre él, como si fueran ideas que se abren paso y al llegar arriba forman un mar de paz que se encuentra por encima de todas las cosas.

Aquel día te sentías tranquilo y sin fantasmas en la cabeza, satisfecho con lo que te rodeaba, ilusionado y completo. ¿Qué tenías entonces que ahora no tengas? ¿En qué ha cambiado tu situación? Si estabas pleno entonces, lo puedes estar igualmente ahora, ponte el traje del desafío y de la lucha, el traje de capitán de barco que está alerta pero que sabe dirigir el rumbo de su barco, confiando en su trayectoria y en la gente que tiene a su alrededor y le acompaña en el viaje. No te vuelvas capitán temeroso, porque ese rumbo sólo lo puedes dirigir tú, y sin firmeza ni determinación comenzarás a dar vueltas sin sentido sobre ti mismo, como siempre que se pierde la orientación.

La amenaza de las rocas, la actitud victoriosa, y por encima de todo, reinando el azul del cielo, forman una imagen que quiero seguir contemplando, una situación en la que te quiero ver más veces, tu postura de desafío ante amenazas irreales, que no son más que efectos ópticos o de recuerdos, para que así se pueda abrir sobre ti el cielo de la tranquilidad y tu paz interior.

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