domingo, 9 de noviembre de 2008

Camino de vuelta


Es un domingo. Hoy hace sol, pero si miro por mi ventana, obtengo un paisaje que es muy diferente si se mira desde otra ventana desde otro lugar de la ciudad. El sol sale para todos, pero cada cual lo interpreta a su manera. Para mí es un sol estático, otoñal, inseguro, que aparenta alegría y fuerza, pero traicionero en su esencia, ya que no se puede adivinar si mañana lloverá.

Pero al mismo tiempo que yo me levanto, abre los ojos otra persona que quizá esté sufriendo en su vida. Que haya recibido una noticia demoledora, que haya sufrido un desengaño o que quizá se sienta desesperanzada o asustada. Los mismos rayos nos bañan a ambos, y puede que para esa persona la luz brillante que luce hoy, sea una paradoja sobre su estado de ánimo. A mi alrededor hay incontables historias particulares, y a veces me siento culpable por no saberlas captar.

Sé que hay una persona que desde hace pocas semanas se despierta con una ilusión renovada, que lo creyó todo perdido y ahora siente que no. Que él ha hecho por ella el gesto que nunca se esperó. Sé que ella tiene miedo, que ahora es su momento para demostrarle lo mal que se lo hizo pasar… pero deseo tremendamente que valore la oportunidad que en forma de jugada maestra la vida les está invitando a vivir, que quién sabe que conjuntos de experiencias han provocado una sucesión de pensamientos que han hecho que, nuevamente, él vuelva, como lo ha hecho siempre, esta vez gráficamente. Tenéis tanta suerte de teneros a ambos, ojala su cuento termine con las perdices.

Tantas cosas podría decir de esto que las palabras se me rompen y se me atropellan. No me siento preparada para verbalizarlo, pero necesitaba escribir algo sobre ello.

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