sábado, 16 de febrero de 2008

Atados y Atraídos


¿En qué momento nos atamos a una persona? ¿Cuál es el hecho determinante que produce qe nos sintamos ligados indefectiblemente a alguien? ¿Hay una línea clara que lo marca o, por el contrario, se trata de un proceso de evolución en el que no hay momentos diferenciados?


Desde luego, creo que es un proceso el de sentirse atado a una persona, pero igualmente opino que hay un momento en el que te das cuenta de que te resulta muy difícil prescindir de alguien, o mas bien, que no puedes prescindir de alguien sin no es a costa de grandes dosis de dolor. Si hace algún tiempo no era así y llega un momento en que te das cuenta de que tu situación ha cambiado, lo que está claro es que, en algún momento del proceso, hemos traspasado la barrera. ¿Cuál es esa barrera? ¿Qué la marca? ¿Es siempre la misma?


Es curioso que en ocasiones nos sentimos más cómodos con las personas que no nos atraen, porque no nos impresionan y nos permiten ser uno mismo, al no pretender demostrarles nada. Así, con gran frecuencia, somos más encantadores, más simpáticos y naturales con estas personas. Luego nos preguntamos ¿Por qué siempre me gusta quien no me hace caso y le gusto al quien no me gusta? Porque aquella persona que nos atrae nos impresiona, y cuántas, cuántas veces perdemos la oportunidad de acercarnos y conocer a alguien que nos llama la atención y con quien podemos llevarnos muy bien, o incluso tener una bonita historia. Simplemente nos hemos privado de conocer a alguien porque nos parece atractivo y le creemos inalcanzable. El resultado final es que demasidas veces nos acercamos a quienes nos resultan indiferentes y nos alejamos de quienes nos llaman la atención. Cuántas vidas serían diferentes.


Las personas somos muy complejas, y las relaciones entre las personas, más aún.

martes, 12 de febrero de 2008

Sólo eres estudiante si ejerces


Desde hace algún tiempo no hago honor al título de mi blog. Y efectivamente, en mi blog se refleja mi realidad: no estoy ejerciendo de estudiante. Tuve un profesor de Matemáticas que decía que eso que se rellenaba en los formularios de "profesión: estudiante" era lo más relativo que había en el mundo. Que había muchos que se colocaban la camiseta que ponía ESTUDIANTE y eso ya valía para todo y para todos, que había que demostrarlo en el día a día.
Jamás me ocurrió tal apatía, el estudio siempre fue mi máxima prioridad. Pero hete tú aquí que han tenido que venir: "toc toc, ¿se puede? No, perdona, bonita, ¿qúe te has creído? Aquí tú, como toda hija de vecina, eres débil y vas a flaquear. Te vas a enterar de lo que es bueno". Y así estoy. Quiero que pasen los días y llegue el 18 de febrero, tener el examen de Internacional Privado, cagarla en el examen, lamentarme un poco por disimular, ir a clase 2 dias e irme a casa. Y digo cagarla en Internacional Privado porque mi actuación en Métodos de Decisión, el examen que tengo mañana, no va a llegar ni a tal nivel, el de cagada. La cagas cuando te equivocas, cuando metes la pata. Yo lo que meteré será mi nombre en el recuadro destinado a ello, curso, grupo y DNI, y contemplaré la calidad del papel en el que han imprimido el examen, para a continuación mirar al techo, a mis compañeros, dejar pasar un tiempo semiprudencial y levantarme a entregarlo. Y he tenido 10 días, 10, para preparármela. Tendré la excusa del Erasmus, de la desconcentración, de haber salido cual loca itinerante por volver a la noche española... pero sabré que no es así Que la realidad es que no he centrado la vista en los folios porque lo que yo creía prioridad no es tal, y que el mundo de los sentimientos me puede dominar cuando estoy triste de verdad. Desconcentrada, apática, asquerosa. Vaya desastre, Vic, vaya desastre. ¿A qué viene esto?
* Los apuntes de la foto no son míos

lunes, 11 de febrero de 2008

Lo que merezco


Hoy mi intención no es la de escribir una entrada larga, ni la de contar algo curioso, ni transmitir una reflexión. Sólo necesito escribir de forma tranquila, dejando que las manos pasen por el teclado simplemente escribiendo las palabras que me llegan a la mente en ese preciso momento. Incluso no voy a repasar las erratas, ya lo haré cuando acabe de escribir, que será cuando se sequen las ideas, o cuando ya no me apetezca continuar. Hoy es sólo para mí, como empecé el blog, como continué durante un tiempo. Sólo para mí.


Sólo para mí... olvidé el significado de esa palabra, de esa expresión. Hubo un tiempo en que hacía cursos de meditación y fue la primera vez que alguien me explicaba el significado de la palabra "karma". Cuando lo supe, yo pensaba "eso es justo lo que me pasa a mí... claro...". Sentía que no me había portado bien y que lo que me estaba ocurriendo era porque me lo merecía. Pero yo ya creo que he pagado bastante... creo que ya estoy purificada de sobras. Sin embargo, con frecuencia lo que nos ocurre es que nos pasan cosas, o recibimos aquello que creemos que merecemos. Uno adopta un papel en la vida en el que incoscientemente va desarrollando tipos de relaciones en las que se entra en una dinámica parecida, con aquella actitud con la que te sientes identificado. Por eso se oyen muchas expresiones con frecuencia del tipo "siempre me ocurre lo mismo", "siempre caigo en el mismo error", o "¿porqué siempre encuentro al mismo tipo de persona?". Sin pretenderlo, nos acercamos a aquellas personas más propensas a darnos la relación que buscamos, nos sentimos cómodas con aquellos que nos permiten representar nuestro papel.


Hay quienes tienen muy baja autoestima, muy poca valoración de uno mismo, y con frecuencia encontramos a mujeres maravillosas junto a un hombre que les grita y les menosprecia, pero ellas no son capaces de levantar cabeza porque creen que se lo merecen, que no merecen más, que en el fondo está justificado su comportamiento... o si no lo está, que al menos ellas no pueden aspirar a estar con nadie mejor. Aceptan esa situación y no son capaces de decir "No, tú no me puedes tratar así porque una relación no es esto. Porque somos dos iguales y nos debemos respeto, y tú no eres nadie más que yo para hundir mi personalidad ni para imponerte sobre mi". Pero en el fondo saben que eso no debe ser así.


Yo no sé cómo ando de autoestima, no sé que creo que merezco ni qué papel busco inconscientemente. Lo que sé es que tengo una angustia que me atenaza, que no me permite estar tranquila... me resulta difícil ser contundente con aquello que no me gusta a pesar de que por todo lo vivido, a estas alturas quizá no sepa lo que quiero, pero sí lo que NO quiero. Sin embargo me cuesta mantener una actitud firme, impedir que ocurra eso, transmitir aquello por lo que no paso, y a pesar de decirlo, que me siga sucendiendo. No sé cómo evitar eso, no sé cómo imponerme. Una vez más, pierdo, una vez más me tengo que lamentar y recordar momentos con melancolía, con tristeza, con resignación. Otra vez que las lágrimas me inunden, que la desesperación se apodere de mí.
Voy a ser firme, voy a respetarme. Por una vez soy yo, por una vez he de mantener mi postura, que creo justa, comprensible, lógica. Ya sé lo que no quiero, aquello que no consiento, y sé que lo merezco.
PD: ¿Por qué soy tan débil... por qué necesito esa llamada de teléfono, ese abrazo, esa mirada, esa frase...? ¿Por qué no me puedo centrar en mí? Desesperación, déjame un tiempo, abandóname... Tristeza, suéltame de este abrazo en el que me estás ahogando...

jueves, 7 de febrero de 2008