Ayer leí un estado de Facebook que decía que empezar de cero
es duro, y ¡desde luego que lo es! Salir a correr y ponerse en forma, o decidirse de una vez por todas a ir al gimnasio, el famoso miedo
a la página en blanco, un trabajo nuevo, o la pérdida del que se tenía, construir una nueva relación de pareja, vivir en una
ciudad nueva, mudarse a una nueva casa, comenzar un hobbie… Incluso retomar un blog polvoriento,
oxidado y olvidado, las ganas de escribir, de pensar en uno mismo, en lo que una quiere y no en lo que quieren los demás de una.
En mi caso son muchos los comienzos que afronto. De muchos
tipos distintos. Para unos siento más arrojo que para otros, pero en todos, absolutamente en todos los comienzos, la solución es una
solamente: arrancar sin pensarlo más.