sábado, 26 de septiembre de 2009

Soy lo que he vivido


Hoy es 26 de septiembre. Hace dos años que Antonio se fue de Londres y yo me quedé allí, a vivir mi experiencia recién comenzada pero a la que ya le habían amputado un órgano vital. Es muy llamativo todo lo que ha sucedido en esos dos años.

- Pasé mi Erasmus.
- Conocí a Laura, una amiga que se convirtió en mi mayor apoyo en Londres, y por tanto ingrediente fundamental de una experiencia que recordaré el resto de mi vida. Afortunadamente, esa pieza básica está presente aún en mi vida, haciendo perdurar en mí las sensaciones de una experiencia vital tan importante.

- Terminé las carreras. Puse punto y final a los, hasta ahora, mejores años de mi vida, un capítulo que me ha marcado para siempre. En la Universidad he terminado de forjar mi carácter, y muchos aspectos de mi personalidad tienen su origen en lo vivido en esa época.

- Hace dos años sabía que no me quería ir de Madrid. Estaba segura. Cambié esa opinión, que creía inamovible, y aquí estoy, en la playa, viviendo en un sitio del que no me quiero ir.

- Terminó mi historia co Antonio, algo que yo creía que no sucedería nunca. Conocí el infierno, mi mente me llevó a los lugares más terribles a los que una persona puede viajar sin más ayuda que las ganas de autodestrucción. He llegado incluso a desear con todas mis fuerzas borrarme de la faz de la tierra, e incluso a planear cómo hacerlo. Ahora sé que me puedo sobreponer de eso, y también sé que soy mucho más fuerte de lo que creía. Ya sé lo que es un psicólogo y un psiquiatra, dos personas que han sido sendos bastones en los que me he apoyado con firmeza alternativamente para caminar, hasta que pude dirigirme yo sola hasta el final del túnel y salir de él.

- He trabajado un año en EL despacho donde soñaba trabajar. Entré... y salí. Vi que aquello es una jaula dorada por fuera y ajada por dentro. Aún no me siento preparada para hacer balance de esa experiencia, pero sí puedo decir que en ese lugar he vivido tanto momentos muy malos como extraordinariamente buenos. En la mochila de lo que he vivido meto los dos tipos de experiencias, porque este año dejará marca para siempre, y me ha hecho conocer claramente lo que quiero para mi vida profesional y lo que no, algo muy útil. También he tenido mi primera nómina, la sensación de autonomía económica, y me he sentido por primera vez inserta en el mundo laboral.

- He dejado a los amigos del Erasmus para volver con los de Madrid. He mantenido esos amigos sin apenas esfuerzo al volver aquí y me he creado nuevo círculo de relaciones. He vuelto a vivir esa experiencia genial de partir de cero, de descubrir cosas nuevas en gente nueva, reír con cosas con las que nunca me había reído antes, aprender de caracteres nuevos y sentir que hay muchas personas interesantes que me quedan por conocer.

- He tomado la decisión de un cambio drástico de rumbo. He comenzado a preparar oposiciones. Esto, que hace varios años deseaba, y una idea que creía desterrada, ha vuelto con más fuerza que nunca, con tanta que se ha impuesto a todas las demás opciones. Ahora vuelvo a ser estudiante, ya con experiencia, y opositora novata, una situación paradójica que aún tengo que ver cómo se va a desarrollar.

- Pero de todo, lo más importante es el terreno de los sentimientos. Tras muchos meses de luchar por algo roto, me rendí a la evidencia, abandoné agotada, y entonces me recompuse de verdad. Una vez recompuesta apareció esa persona que alegra mis días, mis horas, mis minutos, mi vida entera. Ahora, tras la tormenta del trabajo angustiante, de la ruptura dolorosa, del cambio desconcertante de ciudad, de la sensación de una pérdida irrevesible detrás de otra... tras todos los rayos y truenos y tras la lluvia caída ha salido el sol. Todo se ha asentado. Mi futuro laboral es incierto, pero hago algo en lo que creo tanto a corto como a largo plazo y que no me genera ansiedad. Vivo donde quiero vivir y comparto la vida con quien deseo fervientemente compartirla, con quien sé que debo compartirla. Él es el mayor culpable de que ahora pueda decir que soy plenamente feliz.

Y que venga lo que tenga que venir. La vida sorprende una y otra vez.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Un sueño alegórico


Esta noche he tenido un sueño muy curioso.


Iba por una calle super cutre, estrechísima, sucia y oscura, pero que en teoría era la Gran Via de Madrid, que debería ser mucho más lujosa, ancha y luminosa. Había llegado a esa calle tras haber pasado un camino pedregoso, y al terminar ese camino se abrió una bifurcación ante mí. Con la misma inercia que llevaba, tenía que escoger, sin poder pararme a decidir, entre seguir entre el camino de la izquierda, que era una calle igual que el camino que acababa de pasar, y la calle de la derecha, la teórica Gran Vía.


Era de noche, y la calle estaba llena de gente con pinta de ladrones (de los de robo con violencia e intimidación) a un lado y al otro de la calle, y estaba acojonada. Aún así vi que para salir de allí no tenía más remedio que echar a correr desde el principio hasta el final de la calle. Sin embargo, yo pensaba "¿correr? ¡Si yo no corro nada! Si soy lentísima, ¡¡me van a alcanzar!!" Y me daba un pánico... Pero entonces pensaba "¿qué coño? no puedo hacer otra cosa!" y me ponía a correr con todas mis fuerzas. Me costaba mucho trabajo, me cansaba y me faltaba un poco el aire (situación completamente real, dada mi baja forma física), pero iba pasando uno a uno a los de las malas pintas, como en un videojuego, y al final llegaba a una calle más grande, con más gente y más luz. Me sentía aún nerviosa, pero sabía que lo malo ya había pasado. Entonces ha sonado el despertador.


*La calle de mi sueño se parece mucho a la de la fotografía.

martes, 15 de septiembre de 2009

The only one


I just wanna be the only one.

You still ever think of you and me as 'us'?
Or is it another thing we let die and turn to dust?
I wasn't there to clean the cuts
I was the one who got caught in the ruts
I'm just thinking that maybe if you got no plans
I…
I just wanna…

lunes, 14 de septiembre de 2009

Mirando atrás

Ahora que se ve que el verano se marcha, que las temperaturas bajan y caen las primeras gotas, ahora que el otoño se aproxima, suele ser época de mirar atrás y de plantearse objetivos nuevos para lo que está por delante. Es verdaderamente el comienzo de año.

Echo de menos mis años en Madrid.

Esta mañana he estado casi media hora contemplando las orlas, las caras de mis compañeros y no dejaban de venirme a la cabeza momentos de cada uno de ellos: conversaciones, alguna pregunta absurda en clase, trabajos en grupo, votaciones, cenas, fines de semana, gritos de alegría delante del tablón de las notas (también revisiones de exámenes), alguna que otra vestimenta desafortunada... muchos segundos que aún mantengo como fotografías en el recuerdo.

Por ahora, los que he compartido con ellos han sido los mejores años de mi vida, y me da mucha nostalgia recordarlo. La palabra es nostalgia, y no pena, porque me siento muy orgullosa y muy contenta de haber tenido esa experiencia, de haber vivido tantas cosas y haber aprendido tanto de mi.

Es curioso, porque ya inserta en el mundo laboral, me siento más pequeña que en aquellos años. El organizar mi vida, y el saber que todo dependía de mí me hacía sentir valiosa y me ilusionaba más con todos los pasos que daba. Me sentía más lista, más madura y más valiente.

Más independiente y más fuerte, superaba lo malo yo sola, porque no había más remedio... y me di cuenta de que prefiero hacerlo así. Vivía lo bueno a mi ritmo, saboreándolo según me apeteciera, y me creaba mis propias costumbres y mis rutinas independientemente de lo aprendido en mi casa. Me sentía más completa.

Sin embargo, aunque ahora no pueda poner todo ello en práctica, esas vivencias han dejado un poso, me han permitido descubrir aspectos de mí que de otro modo no conocería, y ahora que sé que existen, sólo tengo que esperar al momento en que puedan aflorar de nuevo.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Mi postura



Tengo ganas de hacer muchas cosas. Hacía tiempo que no me sentía con tanta energía. Todo me parece buena idea, todo me apetece. Me gusta ilusionarme con las pequeñas cosas.

Sé que en gran parte se lo debo a él. Eso, por un lado, me da algo de desconfianza sobre la estabilidad de mi buen humor ahora casi permanente, ya que debería encontrar la serenidad en mí y no en el exterior. Sin embargo, por otro lado, me da mucha esperanza el hecho de que él haya sido capaz de darme esa tranquilidad, porque ha creado un lazo de unión entre los dos, una conexión que pocas veces o ninguna vez he sentido. Y es una sensación que me encanta. Va más allá de la atracción física o de la admiración por su persona... es algo así como encontrar "la postura" cuando te acuestas. Tienes sueño, das vueltas, y aunque estás comoda en la cama, hay un brazo o una pierna que no están bien colocados, o una arruga de las sábanas, o la colocación de la almohada... pero de repente encuentras LA postura, todo está bien y te sobreviene una relajación enorme. Así me hace sentir él.