sábado, 28 de marzo de 2009

Hoy no me quería levantar

Hoy no me quería levantar, pero ya estoy a medio vestir, a punto de ir de nuevo al mismo lugar de todos los días. Hoy me falta motivación por completo: no quiero, no quiero, no quiero...! No quiero bajar a coger el autobús, esperarlo, llegar al centro, caminar al mismo sitio de siempre, subir en el montacargas y poner la tarjeta para entrar. No quiero escuchar el sonido de la goma de mis zapatillas en el suelo de mármol, encender ese ordenador y pasarme el resto de la mañana en una sala oscura mientras veo que fuera hace sol. ¿Y cuál es la otra opción? La verdad es que no me queda mucha alternativa, imagino que la resignación es lo único que me queda. Lo que me apetece de verdad es tener algo emocionante que hacer, algo ilusionante que preparar: un viaje, una fiesta, una clase... de nuevo me apetece aprender a bailar, de nuevo tengo ganas de conocer a gente, hacer cosas divertidas. Ya no me estimula lo de siempre, salir por las noches a meterme en un bar, hablar de nosequé y beber copas para deshinibirme y olvidar que no me interesa la conversación de quien tengo al lado, para que me haga gracia lo que en realidad me da exactamente igual y para aguantar el tipo y pasar el tiempo sintiéndome un ser social. Todo eso me da igual. Yo lo que quiero es sentirme agusto, hacer cosas que de verdad me interesen a mí, vivir por mi y sentirme libre y a la vez atada por las cosas que me gustan.

¿Y cuánto tiempo pasará? Yo quiero gritar a todas partes lo que ya sabes, que te quiero. Yo quiero oír de tu boca que me quieres, y que todo el mundo lo sepa. Aunque ahora esté todo tan escondido que hasta parece que es mentira, aunque no es verdad. Quiero conocer esa Barcelona y esa Valencia que nos esperan, que si no las conocemos juntos nunca serán iguales para nosotros. Quiero hacer ese viaje que, como en las películas, sea iniciático, representativo, que nos lleve a ver de nuevo la ilusión en nuestros ojos cuando estamos juntos, y veamos como estamos de verdad hechos el uno para el otro.

domingo, 22 de marzo de 2009

sábado, 21 de marzo de 2009

Inevitable

Si es cuestión de confesar
No se preparar café
Y no entiendo de fútbol
Creo que alguna vez fui infiel
Juego mal hasta al parqués
Y jamas uso reloj
Y para ser mas franca nadie
Piensa en ti como lo hago yo
Aunque te de lo mismo
Si es cuestión de confesar
Nunca duermo antes de diez
Ni me baño los domingos
La verdad es que también
Lloro una vez al mes
Sobre todo cuando hay frío
Conmigo nada es fácil
Ya debes saber
Me conoces bien
Y sin ti todo es tan aburrido
El cielo esta cansado ya de ver
La lluvia caer
Y cada día que pasa es uno mas
Parecido a ayer
No encuentro forma alguna de
Olvidarte porque
Seguir amándote es inevitable
Siempre supe que es mejor
Cuando hay que hablar de dos
Empezar por uno mismo
Ya sabrás la situación
Aquí todo esta peor
Pero al menos aun respiro
No tienes que decirlo,
No vas a volver,
Te conozco bien
Ya buscare que hacer contigo
El cielo esta cansado ya de ver
La lluvia caer
Y cada día que pasa es uno mas
Parecido a ayer
No encuentro forma alguna de
Olvidarte porque
Seguir amándote es inevitable
Siempre supe que es mejor
Cuando hay que hablar de dos
Empezar por uno mismo.

lunes, 16 de marzo de 2009

Un lienzo en blanco donde pintar la vida los dos


Encuéntrame… por que me perdí sin que te dieras cuenta… corríamos los dos sin saber que el tiempo era breve… pero aprendí que las cosas en la vida hay que disfrutarlas y saborearlas mas porque vida, vida solo hay una… y la mía eres tu… tú, mi vida…

Abrázame… no me sueltes, que sin tus besos yo me caigo… y en el derrumbe arrastro tanta pena que no me puedo ni mirar sin sentir vergüenza por no saber conservar las historias buenas que hicieron que cada instante a tu lado fuese un paraíso…

Y llámame… llámame a gritos, dime que me necesitas, aunque no sea cierto, dímelo… que yo te descubriré que sí que sabes como quererme, como en el mito de la caverna, deja que sea tu luz, que siempre sea tu niña y que nunca me haga mayor.

Hay tantas cosas que deseo que se me nubla el pensamiento y sólo puedo pensar en una… un lienzo blanco… blanco como la primera estrella de la noche, que es la última en marcharse antes de que el sol queme con sus rayos el rocío frágil que se sostiene en equilibrio sobre las hojas.

Ayúdame… ayúdame a pintarlo con colores de vida, de alegría, de momentos tan sencillos que no tengan doble vuelta ni malas intenciones, para que así el blanco vaya abriendo paso a un nuevo paisaje en el que adentrarnos sin mirar atrás.

Hay tantas cosas que deseo que se me nubla el pensamiento y solo puedo pensar en una… un lienzo blanco… blanco como esa pureza de mis sentimientos en los que ya no cabe nada de rencor, ni un espacio al malhumor, solamente tú y yo volviendo a comprobar que aún hay sitio para el amor.

lunes, 2 de marzo de 2009

Yo me bajo en Atocha

(Escrito el día 28 de febrero de 2009)

Este fin de semana, como dice la canción de Sabina, yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.

Siento frío en el tren, y voy arrebujada en mi asiento, con piernas y brazos cruzados, mientras voy dejando atrás kilómetros de meseta castellano-manchega, verde y tranquila, que se extiende bajo un cielo grisáceo, pacífico y de nubes espesas. Los niños del vagón están desperezándose y se empiezan a aburrir, a preguntar cuánto falta, y alguno hay que aún no habla y se pone a llorar. Por suerte cada vez me incomodan menos los niños pequeños, e incluso se me hacen entrañables y me generan cariño. He comenzado un libro, "Los Renglones Torcidos de Dios", del que me han hablado muy bien, y aunque no he terminado el de Stieg Larsson, la edición de bolsillo del que traigo hoy ha hecho que le escoja como compañero de viaje: es más fácil llevarlo en el bolso.

Me he encontrado con un antiguo compañero y amigo del instituto, un chaval muy vago pero muy listo y con simpatía natural, que ahora trabaja de personal de abordo en el Ave. No es la primera vez que le veo en una de mis escapadas a Madrid, y siempre me trata muy bien. Hoy me ha invitado al desayuno (me ha devuelto 2 billetes de 5 euros después de darle yo uno de 10) y al pasar por mi lado en el vagón y verme leyendo, me ha encendido la lamparita sin decir nada y me ha guiñado.

En Atocha me espera Irene. Una Irene que no sé cómo estará, quizá sin asimilar la nueva situación, quizá perdida, seguramente trabajándose un optimismo forzado e intentando sacar a duras penas la energía que sabe que tiene. Puede que me sorprenda, de hecho, casi siempre lo hace, en todos los sentidos (para lo bueno y lo menos bueno). Me dijo hace dos días que me echaba de menos. Lo que ella no sabe es que yo la echo de menos a ella desde hace un año y medio, y puede que algo más de 24 horas no nos curen, pero algo harán.

Me gastaría todo el dinero posible en estas cosas: en ir al cine, al teatro, a espectáculos y conciertos, en viajar y en estar con los amigos. Y es precisamente lo que estoy haciendo. En hacer regalos: en esta semana he querido tener detalles con Ana, con mi hermano, con Laura, con Patricia... en lugar de comprarme un reloj (que no tengo) o un bolso de marca, que para mí nunca está de más. Con la mente puesta en el próximo viaje (Segovia) y el próximo regalo (algo de Tous por el cumpleaños de mi madre), encamino el último tramo que falta hasta llegar a las puertas de la capital, que paradójicamente, para mí es como ese pueblo al que acuden de cuando en cuando en vacaciones los que se fueron a la ciudad en busca de trabajo entre los 60 y los 80 . Porque aunque sé que quiero ser feliz al lado del mar, hoy, y durante las veces que haga falta, quiero seguir cantando eso de "Yo me bajo en Atocha... yo me quedo en Madrid".