viernes, 28 de noviembre de 2008
Con permiso de El Último de la Fila...
¿Dónde estabas entonces cuando tanto te necesité?
Nadie es mejor que nadie pero tu creíste vencer.
Si lloré ante tu puerta de nada sirvió.
Barras de bar, vertederos de amor...
Os enseñé mi trocito peor.
Retales de mi vida,
fotos a contraluz.
Me siento hoy como un halcón
herido por las flechas de la incertidumbre.
Me corto el pelo una y otra vez.
Me quiero defender.
Dame mi alma y déjame en paz.
Quiero intentar no volver a caer.
Pequeñas tretas para continuar en la brecha.
Me siento hoy como un halcón
llamado a las filas de la insurrección.
sábado, 22 de noviembre de 2008
Un ancla a este mar
Hoy no quiero pensar en "qué pasaría si...", no quiero atarme a ningún plan... aunque eso no etá en mi mano y desafortunadamente, no lo puedo evitar. Hoy me gustaría ser tan libre, tan libre, que me diese todo igual y poder hacer lo que quisiera cuando quisiera. Sin preavisar, sin horarios. Sin preparativos. Pero como no se pueden chascar los dedos y estar lista para la ocasión sin haber previsto lo que vas a hacer, para la hora a la que lo quieres hacer y con quién lo vas a hacer, la única solución es darme mi tiempo para remolonear hasta la hora en la que deba estar activa. Sin pensar mientras tanto en nada que implique trabajo de memoria, imaginación o planificación.
Hay momentos en los que desearía que todos los relojes de mundo se detuviesen, para tomarme el tiempo que necesitase para saborear el momento en su plenitud. Darle a la pausa y reacrearme en cada detalle y en cada sensación sin el apremio que provoca el pasar de los minutos y la dependencia de la siguiente escena. Disfrutar ese momento durante el tiempo deseado, poder elegir cuándo finalizar, arrancando poco a poco hacia la vida habitual. Anclarme a un puerto sin que la marea me lleve a donde ella elija, y tampoco tener que esforzarme por remar a contracorriente si no me apetece remar. Solamente quedarme donde estoy, parada segura, tranquila, observando con calma el panorama. Sería perfecto...
Pero se siente, lo perfecto no existe. Quizá por eso lo buscamos sin cesar, porque no hay nada más apasionante que la lucha en la que no hay nada que ganar, porque seguramente tampoco haya nada que perder.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Con los pies fríos
Oyendo canciones no demasiado alegres, ni demasiado tristes, para que nada alterase su estado de ánimo, preguntándose por el camino que había seguido, siempre con paso firme, y que ahora parecía haber tornado a vericueto tenebroso, lleno de maleza. Pero el sendero marcha atrás era imposible, el polvo borró sus pasos y no sabía cómo dar marcha atrás. Perdida como estaba, sólo quedaba continuar caminando, esperando que la luz volviera a aparecer.
Sin planes o proyectos, sin esperar nada más. Con miedo a la frustración, la mejor elección pues, era no esperar nada. De nadie, de nada. En la búsqueda de la felicidad se tropezó, se perdió, estuvo segura de haberla encontrado, más tarde de no poder encontrarla nunca. A aquellas alturas, ella ni siquiera sabía si esa felicidad estaría o no al final del camino. Sólo que tenía que seguir caminando con la cabeza alta, dando siempre pasos al frente. Pero la frente se comenzaba a marchitar, y los hombros flojeaban en su tarea de sostenerla, como en esa posición en la que estaba, a medio vestir, pasando algo de frío, y sin voluntad de abrigarse.
Pero, como decía la canción, con los pies fríos no se piensa bien, y para saber todo lo que quería saber, primero era necesario responder ¿Quién era ella?
Dicen que nunca lo supo.
domingo, 9 de noviembre de 2008
Camino de vuelta
Es un domingo. Hoy hace sol, pero si miro por mi ventana, obtengo un paisaje que es muy diferente si se mira desde otra ventana desde otro lugar de la ciudad. El sol sale para todos, pero cada cual lo interpreta a su manera. Para mí es un sol estático, otoñal, inseguro, que aparenta alegría y fuerza, pero traicionero en su esencia, ya que no se puede adivinar si mañana lloverá.
lunes, 3 de noviembre de 2008
El valor que no se ve
Me queda agradecer a todos aquellos que persistieron en demostrarme que había luz y dónde estaba, aquellos que aguantaron malas caras y malas palabras, aquellos que me miraron a los ojos cuando yo no quería saber nada de nadie. No puedo expresar con palabras mi gratitud ni lo en deuda que me siento, ni tampoco lo importantes que se han convertido para mí y el hueco tan grande que tienen en mis afectos. Puede que, además, por haber aparecido por el flanco que menos me esperaba, y haber sido mi linterna en la oscuridad más tenebrosa. Sin pedir nada, sin deberme nada.
la esperanza se preocupa por quererlos resolver,
desconfías de la gente, del amor y piensas que
no es posible que se sufra más que tú.
Y esos días tú te rindes al mundo en torno a tí,
para no sentir el miedo del valor que no se ve,
y te sientes tan perdida que ya no puedes más,
sin la fuerza que te da la vida.
Busca una salida, un mañana que
cure las heridas que hay dentro de tí,
lucha por vivir, con ese valor que no se ve.
Equivocarse nunca importa, vuélvelo a intentar,
si una puerta se te cierra, otra puerta se abrirá,
lo que en realidad importa es no renunciar jamás,
pues tal vez estés a un solo paso...
Busca una salida, un mañana que
dé una nueva vida a todo el mundo que
luchará con fe, con ese valor que no se ve.
Por todos ellos, échale valor,
por quien lo pierde y lo va buscando,
por los que se sienten tan mal como tú,
por esos que esperan sin desesperar, como tú
Busca una salida, un mañana que
dé una nueva vida a todo el mundo que
sólo por dolor no se pierda en el camino.
No te rindas nunca, busca en tu interior.
Busca la salida, el mañana que
vuelves a tener dentro del valor que no se ve.
sábado, 1 de noviembre de 2008
De la piratería
En defensa de la piratería
Lawrence Lessig, profesor en la Stanford Law School y cofundador de Creative Commons, sostiene que las leyes de copyright han quedado anticuadas en la era digital, y propone que dejen copiar libremente y se limiten a regular el uso de las copias (The Wall Street Journal, 11 octubre 2008).
Lawrence Lessig ha censurado en otras ocasiones las normas norteamericanas sobre derechos de reproducción (cfr. Aceprensa 81/03 y 66/07), por cierto similares a las de otros países. En la actualidad forma parte del consejo directivo de la Electronic Frontier Foundation, que promueve la libertad de los usuarios de Internet. A su juicio, la lucha contra la piratería, en los términos en que está planteada, es en realidad una guerra preventiva contra la creatividad. Además, entre otros daños colaterales, provoca la criminalización de los usuarios, en especial adolescentes y jóvenes, en una reacción desproporcionada a la descarga e intercambio de objetos audiovisuales mediante Internet.
Lessig suele poner como ejemplo el recurso de los escritores y ensayistas a la cita, un procedimiento en el que no hay problemas legales parecidos: “Mientras los escritores de palabras tienen libertad para citar desde tiempo inmemorial, los ‘escritores’ de tecnología digital todavía no han obtenido este derecho. En vez de esto, los abogados [de las casas discográficas, productoras de cine, etc.] insisten en que se necesita autorización para incluir obras protegidas en cualquier obra nueva”. La “cita” de obras audiovisuales es muy frecuente en vídeos de entornos de amigos y familiares colgados en YouTube y en las distintas redes sociales. Pero esta práctica del remix amateur es duramente perseguida por los servicios jurídicos de las empresas discográficas.
Para adaptar las leyes de copyright al moderno entorno digital, Lessig propone algunos cambios fundamentales. El primero es liberalizar el remix amateur: “Necesitamos restablecer una ley de copyright que deje libre de regulación la creatividad amateur”. Bastaría establecer un sistema de compensación a los autores de las obras “citadas” para los casos en que el remix sea distribuido públicamente.
En segundo lugar, dice Lessig, habría que desregular la copia. Actualmente, “las leyes de copyright se ponen en acción siempre que se produce una copia. En la era digital, donde cada uso de una obra de creación produce una ‘copia’, ese mecanismo tiene tan poco sentido como regular la respiración. La ley tendría también que renunciar a su obsesión por la ‘copia’ y centrarse, en cambio, en los usos”.
El artículo comienza con un ejemplo que muestra las exageraciones a que puede llevar la obsesión por la copia. Una madre grabó un vídeo casero de su hijo de trece meses bailando al son de una canción de Prince. Quería enviarlo a los familiares y amigos, pero como no resulta cómodo transmitir un vídeo por correo electrónico, lo colgó en YouTube y les remitió el enlace. Algún tiempo después, Universal, propietaria de los derechos de reproducción de las grabaciones musicales de Prince, obligó a YouTube a retirar el vídeo, por considerarlo una infracción del copyright. Pero, como dice Lessig, todo el interés del vídeo está en los graciosos movimientos del niño; la canción de Prince se oye mal, y nadie usaría esa grabación para ahorrarse la compra del correspondiente disco o archivo MP3 de Prince: por tanto, no hay lucro cesante para Universal ni para el artista. Así pues, aunque el vídeo incluye una copia de la canción, el uso es claramente no comercial, por lo que no debería estar limitado por la reserva de derechos.
Otra de las propuestas de Lessig es despenalizar la circulación de copias privadas. “La guerra contra el intercambio de archivos entre particulares [P2P] es un fracaso. Después de una década de campaña, la ley no ha reducido el intercambio ni ha compensado a los artistas”. Por tanto, habría que pensar medidas para que los artistas cobren por sus obras, sin intentar detener el intercambio.
El artículo es un anticipo del nuevo libro de Lessig, titulado Remix, que salió unos días después. The Wall Street Journal publicó el texto de acuerdo con la editorial y consignando al final la reserva del copyright a favor de Lessig. Los fragmentos traducidos aquí están amparados por el derecho de cita.