jueves, 29 de noviembre de 2007

Últimas semanas




Tengo muy dejado lo de escribir, ya hace tiempo que sólo escribo para los demás, y ya he olvidado lo que es sentarme a pensar en algo más que contar lo que hice hoy. Esto está llegando a su fin, para lo bueno y para lo malo. Todo en la vida gana cuando se ve con perspectiva, y sé que esto es algo que voy a recordar siempre, que estoy viviendo un momento histórico en mi vida. Sí, histórico, aunque suene a exagerado, porque lo traeré a mi memoria infinitas veces. Siento que no lo estoy aprovechando, o al menos, no todo lo que debería. Pero no sé qué hacer para intensificarlo, realmente no sé por dónde atacar: he conocido gente muy interesante e increíblemente simpática, estoy aprendiendo mucho inglés, hago turismo, estudio, salgo de fiesta... pero siento que necesito más de todo. Así como al principio se me hacía un mundo, estaba sobrepasada y necesitaba descansar, ahora necesito no parar... desde luego, no hay quien me entienda.




A pesar de estar muy bien aquí, llevo contando lo que me queda para regresar desde la segunda semana de estar aquí, y es que agentes externos hacían que deseara volver a mi ciudad. Sin embargo, y a pesar de seguir deseando volver, ahora tengo una clara división en mí. Me encanta Londres, si bien no para vivir aquí el resto de mi vida, sí para mi situción actual. Me encanta su diversidad, me encanta que puedas ser quien quieras ser, que convivan businessmen con punks en el metro, que es el transporte de todos, porque acceder en coche al centro es imposible. Me encanta que haya prácticamente la misma proporción de todas las razas, y de todos los acentos. Si vives en Londres, eres de Londres, como el famoso dicho de Madrid. Pero aquí lo veo más real que allí. Me gusta sentir y palpar que me rodea una cultura diferente, me gustan las costumbres distintas, la comida distinta, me encanta coger ideas que poder aplicar en mi vida.




Obviamente, no todo es bueno. Tampoco malo. Es diferente. Aquí la educación no se mide por amabilidad, cercanía y expansión de la sonrisa, como puede ser en España. Aquí educación signifca cumplir reglas de comportamiento, eso mide el grado de respeto. No es mejor ni peor, es diferente, y cuando te acostumbras te das cuenta de que los ingleses no son tan secos ni tan antipáticos (algunos sí lo son, pero ya se sabe... en todas partes cuecen habas). La puntualidad, el please, el thank you para todo y el esperar el turno para hablar son pequeños trucos que te hacen la vida mucho más fácil.




Otra cosa que me ha llamado mucho la atención es la visión del trabajo. No se considera un tedio, sino como una misión en la vida. Da la impresión de tomárselo igual de en serio un enchaquetado dedicado a las finanzas que trabaja en la city, como el chico de la gorra que te sirve un café takeaway. Las caras por la mañana temprano y a la vuelta de la jornada, si se observa en el metro con un poco de atención, no son serias ni de desagrado. El trabajo es una honra, un medio de realización personal. La semana pasada leí este cartel en un anuncio del Metro. Era un anuncio de una Blackberry de Orange. El texto era:






Whether you're in a cab, on the train or out and about, you can carry on
working with a Blackberry from Orange, having more time for the important stuff
in life.
Take all the improductive gaps out of your day.



Jeje, sin palabras. Esto en España simplemente no se permitiría. He de decir que me parece una pasada, y que por más que el cartelito tenga razón, tampoco hay que pasarse con el trabajo. Eso de estar conectado las 24 horas del día me parece excesivo. Aquí, ni todo malo, ni todo bueno.



Estoy deseando comerme una paella de mi casa y tortilla de patatas de mi madre.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Tratamiento de choque


Lo mejor es el tratamiento de choque.


Voy a volver a España siendo la persona más rata del mundo, miro cada penny que me gasto, todo lo que no sea absolutamente imprescindible me parece un lujo absurdo! Hace unos días vi a una mujer en el metro con una revista del corazón y me pareció el gasto más frívolo posible. "¿¿pero es que esa mujer no habrá podido darle un uso mejor a esos 2 pounds??".


Nunca he compartido habitación con nadie (a excepción de campamentos, fiestas pijama, visitas de un par de dias y similar) y ahora somos 3 en el cuarto.


Desde siempre tengo que colocar la mesa en el ángulo correcto respecto de la ventana, la puerta... no me concentro si hay mucho espacio a mis espaldas, da igual que sea en mi habitación o en la biblioteca, y ahora tengo la ventana (y por tanto, la luz) detrás, además de las dos camas de mis compañeras, que ven (y comentan) todo lo que estudio y hago, lo que utilizo el ordenador y para qué lo hago, además de obtener una bonita panorámica de lo que hay en mi pantalla.


Nunca he sido ordenada, pero la limpieza es otro asunto. Comunico que las moquetas son el invento más asqueroso que ha dado a luz la humanidad. Comunico también que nos han desinfectado el cuarto de chinches (esto último no lo he comentado en mi casa ya que corro el riesgo de que me declaren non grata y no me abran la puerta en Navidad), o "bed bags", como les dicen aquí.



Por un lado, pienso que "cuánta tontería tenía yo encima antes". Por otro... qué bien se está en España.


(Nota: estar forrada en Londres en una casa limpia tampoco estaría nada mal)

sábado, 3 de noviembre de 2007

Aclarado tras el centrifugado


Cuando escribía hace meses sobre mi futura estancia aquí, comentaba que necesitaba averiguar cuestiones sobre cómo plantear mi vida a medio plazo que me resultaban muy complicadas de aclarar. La miopía que solemos sufrir los humanos (la miopía abstracta, entiendo) hace que los asuntos de gran importancia sea mejor tomarlos en consideración una vez pasado un tiempo de meditación y aislamiento de la realidad que nos rodea a diario, de aquellas personas a quienes escuchamos con frecuencia. Tomar nuevos puntos de vista, conocer otras opiniones, mirar el mundo, o al menos nuestra propia existencia con otro cristal. En las grandes religiones se comienza con un prolongado tiempo de meditación por parte de sus líderes: Jesús en el desierto, Mahoma y Buda superan un tiempo de reflexión en la soledad, de alejamiento de su mundo cotidiano, antes de emprender las acciones decisivas que marcan el comienzo de su actividad.




Salvando las diferencias, reconozco que queda poco para que el ritmo de vida que he conocido hasta ahora me siga acompañando. Espero terminar en junio, septiembre lo más. En mi casa el ritmo de la vida me arrastraba, la inseguridad me hacía desear lo mismo que los demás, cuando somos personas todas diferentes. Volví hace unas semanas y descubrí que allí seguían con el mismo trepidante y ansioso de prácticas, entrevistas de trabajo, contratos, dinámicas de grupo. Era octubre, era principio de curso y el perchero estaba lleno de chaquetas que claramente, estaban preparadas para acompañar al respectivo pantalón de traje que sería llevado por el correspondiente alumno una vez que finalizara la clase: despachos de abogados, bancos, inmobiliarias, agencias de viajes y consultoras eran los destinos más frecuentes de estos trajes, cuando siquiera acababa de empezar el último curso de carrera. Cuando me fui no sabía si quería eso, tampoco cuando vi dicho panorama, tampoco ahora. Tampoco sé si lo quiero para cuando acabe el curso, ni para dentro de más años. No sé si quiero la oposición, no sé si quiero estar allí o allá.




Lo que sí me he aclarado es que necesitaba sacudirme el polvo acumulado, ver mi mundo con ojos renovados, como por primera vez. Dejar de tachar y enmendar sobre la marcha, sino borrar y volver a ver una hoja en blanco. Para eso necesito esta estancia. Mi destino no está en dar vueltas por el mundo, no es el estilo de vida que quiero, aunque durante un tiempo así lo deseara. Eso también deseaba analizarlo, y si hubiera sido así habría necesitado dar un gran giro a mis acciones inmediatas. Pero, aunque me gusta viajar, me anoto la frase que tiene un amigo en su messenger: "A man travels the world over in search of what he needs and returns home to find it". Es un peso importante que me he liberado, y ahora me quedan los demás.




Hay cuestiones que me tienen algo atascada, y puede que al escribirlas me aclarasa en algo, pero no sé cómo hacerlo, en parte porque ni yo misma sé bi´n cuáles son específicamente, y en parte porque aquellas que sí sé cuáles son me da cierto reparo plasmarlas aquí. Puede parecer un diario personal, otras puede parecer un diario de abordo, otras una simple carpeta. Puedo considerarlo un mero cuaderno de recortes. Es un planteamiento poco claro qué debe ser un blog. Evidentemente, para cada dueño es un concepto diferente, pero yo no tengo claro ni qué es mi propio blog. Si tan pocas cosas tengo claras, el blog no iba a ser menos.